domingo, noviembre 18, 2007

¡Qué frío! A pesar de eso hemos trepado un poco por el monte


De ocho a diez bajo cero en Graus. De repente una ola de frío, aire puro directo del Norte, nos ha invadido y nos ha dejado helados. Esto no es otoño, es puro y duro invierno. Los metereólogos han revisado rápidamente las estadísticas y se han tenido que remontar al año cuarenta para encontrar cifras semejantes a mitad de noviembre.
En un esfuerzo sobrehumano he sacado la nariz al monte y nos hemos ido con mis sobrinos a Labitolosa, al lado de
La Puebla de Castro,
Hacía un sol maravilloso y el frío, al ser mediodía, se sentía menos por aquella zona. En días así se entiende que los romanos edificarán este pequeño poblado precisamente en este lugar, protegido del aire del Norte y con preciosas vistas hacia las montañas pirenaicas, que deberían estar ya nevadas, pero nada de nada, si exceptuamos el Perdiguero, que le entró algo de la nevada en la cara Norte del Pirineo que cayó hace unos días. Es increíble ver en esta época del año el
Macizo de Monte Perdido totalmente pelado. Y es que llevamos tres meses sin lluvia. Es demoledor ver como está el pantano de Barasona, reducido a mínimos, o ver el río Esera convertido en un riachuelo por el que no discurre casi agua.
En el lado opuesto al lugar donde se efectúan las excavaciones para acabar de desenterrar los restos de este antiguo poblado, hay una pendiente de roca, muy fácil, que es útil para que los pequeños se entrenen y aprendan a trepar. Allí hemos llevado, con Miguel, a
Irene y Andrés para que aprendan a evolucionar por una pendiente de roca, y viéndolos me he dado cuenta de cómo no es innato al cuerpo humano el trepar. Es algo que se ha de aprender. La tendencia a no mantener el equilibrio y arrastrarse es lo primero que pide el cuerpo y eso empeora terriblemente su desplazamiento por pendientes empinadas. Por ejemplo el uso de las rodillas era lo primero a lo que recurrían Irene y Andrés para superar pequeñas dificultades. Y esto desequilibra totalmente.
Alcanzada “la cumbre” lo hemos celebrado comiendo unos pistachos y nos hemos bajado por el lado opuesto para ver las ruinas romanas, ahora con las partes más importantes (la
Curia y las Termas) protegidas por grandes estructuras metálicas (muy feas) con techo, lo que evitará su deterioro por la lluvia y el viento.
Lo de explicar quienes eran los romanos a los pequeños, pues un poco complicado…

La fotografía de arriba es de Secastilla y a la derecha se ve el macizo del Monte Perdido.

Ver este artículo del Diario del Alto Aragón.




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