miércoles, agosto 20, 2008

La Munia. Capítulo I.


Dicen que a la tercera va la vencida. Parecía que sí, pero no, ha sido a la cuarta.
Tenía un intento a La Munia en solitario antes de que me iniciase en la escalada. Subí hasta el collado y la visión desde allí de la cresta echaba para atrás a cualquiera que no se hubiese comido ya muchas crestas. Aún no tenía el ojo adaptado.
El segundo intento fue una locura muy peligrosa. Un uno de noviembre, ignorando la fuerte nevada que había caído, nos plantamos con Jordi Soria en el lago superior. Noche en tienda y al día siguiente subida al collado. La cresta casi imposible. Flanqueamos por el lado francés, vertiente norte y subiendo por unas canales (muy expo) nos plantamos en la cresta bastante arriba.
Esto dicho así parece fácil, pero la realidad es que creo recordar que llevábamos piolet pero no crampones. Una odisea arriesgada, ardua y dura, de tal forma que cuando teníamos la cumbre ya muy próxima eran las cinco de la tarde y se hacía de noche.
Menos mal que por el lado español nos salimos de la cresta y encontramos unas laderas nevadas que nos llevaron directos a la tienda.

Subíamos hacia los lagos de La Munia el seis de agosto por la tarde, con Carlos Franco, desde el final de la pista de Chisagües (me refiero al tramo al que acceden los vehículos normales, ya que los 4x4 pueden llegar hasta lo alto de la zona de las antiguas minas).
Habíamos salido de Barcelona por la mañana y comido en Bielsa, en plena plaza, llena de gabachos que cruzan el túnel con un triple objetivo: comprar tabaco, comprar alcohol y comprar gasolina. Muy cercano al turismo cultural.
No había prisa y aunque Carlos siempre se sube a la moto, por más kilos que lleve encima, logré tranquilizarlo y llegamos a los lagos antes de que se pusiese el sol, con una tarde soleada y placentera, cruzándonos aún con gente en descenso.
Nada hacía presagiar mientras montábamos el vivac en el lago superior, en un lugar divino, lleno de hierba y con piedras para protegerte del viento, que íbamos a tener una noche de esas que no se olvidan.
Comimos lo que llevábamos preparado y a las nueve, aunque había luz, el sol desaparece por la zona del Monte Perdido y la temperatura cae estrepitosamente. Por lo tanto… a los sacos. La noche prometía ser estrellada y por lo tanto el espectáculo, una vez más, inmenso.
Teníamos un vecino un poco lejos en el mismo lago, que había subido en solitario. Y en el lago inferior habíamos dejado ocho personas más. Total, once personas en los lagos (2.500 m. aprox.), y únicamente nosotros en pelotillas, o sea durmiendo en vivac.
Poco después de las 22.30 me desperté. Pocas estrellas y nubes repartidas por el cielo, ya en medio de la noche cerrada. Suelo despertarme en los vivacs porque sueño que un animal me ataca. Tengo registrados ataques de lo más variado: osos, perros, cabras, sarrios, etc.
Pero esta vez el sueño tuvo una variante (no nos hemos parado de reír desde que lo conté a mis colegas) y es que llegaba a los lagos un camión lleno de violadores. Así es como se presentaron ante mi vivac. Naturalmente me desperté de sopetón y en aquel momento vi como si alguien hubiese disparado un enorme flash por el cielo hacia la zona de Ordesa. Unos segundos de sospecha y confirmación rápida. Eran relámpagos. Desperté a Carlos que dormía apaciblemente sin sospechar que estábamos rodeados de violadores.
Ni un trueno. Sólo luz que iba desplazándose hacia Pineta.
Como nuestras fundas de vivac no pueden prometer mucho ante un tormentón, Carlos me convenció de salir del saco, recogerlo todo y ponernos encima toda protección posible contra el agua. Yo por suerte llevaba un cagoule que me cubre hasta más abajo de las rodillas y que fue mi salvación.
Mientras recogíamos todo cada vez más acelerados, los relámpagos y los truenos (estábamos muy cerca de la nube) nos empezaron a sacudir de forma impresionante. Justo estábamos vestidos que empezó el aguacero. En pocos minutos se nos había venido encima la tormenta. Carlos estaba muy asustado y me pidió salir de allí por miedo a la electricidad.
Con un panorama así, la noche, de habernos quedado, podría haber sido dantesca si se nos llega a mojar todo.
Y ¡hale! Para abajo en plena película, lloviendo a cántaros, sin ver nada, con tormenta eléctrica, y lo peor de todo, un viento salvaje que incluso no nos permitía andar.
Llevábamos las frontales estas tan pequeñitas (27 gr.) que ha sacado Petzl, que en situaciones así son claramente insuficientes. Pasó bastante rato antes de que me diese cuenta, en plena refriega, de que además la llevaba al revés y la luz se me iba hacia arriba.
Pasamos el Collado de las Puertas y encaramos el tramo más difícil para localizar a oscuras (menos mal que los infinitos relámpagos acudían en nuestro socorro). Allí ya le hice observar a Carlos, que dentro del “luz y sonido” que nos rodeaba, no caían rayos. Eran relámpagos. Por lo tanto no había riesgo. Era un tormenta originada por la llegada de un frente frío que chocaba con aire caliente.
A la una llegamos a mi coche (Carlos lo había dejado a mitad de pista), mojados pero contentos y dormimos cada uno como pudimos en nuestro vehículo.

Por cierto, subiendo por la pista de Chisagües, ya empezamos a cantar nuestra canción del verano (Fangoria, Miro la vida pasar), especialmente el estribillo:

... mientras tanto miro la vida pasar
y no sabes cuanto cuesta aceptar que no volverás
por el momento miro la vida pasar
sin venir a cuento alguien te vuelve a nombrar...



Fotos: La de arriba desde el sitio donde dejamos el coche de Carlos, a media pista.
Después, subida hacia los lagos de La Munia, con Pineta detrás y la cumbre del Petramula-Comodoto (2.361 m.).
Bivac en el lago superior, con la cumbre del Chinipro muy cerca (2.757 m.) (dos fotos) y el lago inferior.
Las otras son de "panching" en Bielsa: en el bar Chinchecle (un must en Bielsa), en el camping secando la colada, la plaza de Bielsa, con el Alvi donde se vende conjuntamente tabaco y comida (pronto venderán también gasolina), Carlos en el camping haciendo bulder (¡que árbol tan precioso y grande teníamos allí enfrente!), siesta infame y escalando en el boulder de Bielsa y en Pineta.
Si queréis ver las fotos más grandes hacer click en ellas.

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