domingo, marzo 28, 2010

Aquella tarde los delfines jugaron con el Rayuela

Así se llamaba nuestro barco, el Rayuela (un Sun Dance de 36 pies). Rayuela por el relato de Cortazar, claro. Una cuenta pendiente, unas imágenes reclamadas muchas veces por mi hija Laura y que no habíamos vuelto a ver. Contaba catorce años entonces.

El clip se inicia navegando hacia Soller (bonitos los dos faros que guardan la entrada, el antiguo y el moderno), donde dejamos a Magda, que venía con nosotros, y había de volver ya a Madrid. La despedimos en aquel viejo y encantador tranvía que unía Soller con la capital.

Nosotros esperamos dos días fondeados (no hay puerto en Soller), junto con otros muchos barcos que se hallaban en igual tesitura, a que pasase un temporal y la mar se quedase plana como un salón. Aún así cuando zarpamos por la mañana se veía alguna tormenta en el mar. Espectacular ver caer un rayo en medio del mar.

Al atardecer, casi a media travesía, aparecieron multitud de delfines que no dudaron en nadar muy próximos a nuestro alrededor y así nos estuvimos observando mutuamente durante un buen rato. Permanecí haciendo círculos durante una hora, ya que fue un momento increíble. Las imágenes solo recogen un poco de lo mucho que disfrutamos con ellos.

Uno de los grandes recuerdos que tenemos navegando.


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