sábado, agosto 14, 2010

Dolomitas húmedas y frías


No basta con ir a Dolomitas para escalar. Además ha de acompañar la meteo, que suele ser bastante dura a veces, con rachas de mal tiempo muy largas. Y así nos ha ocurrido.

Llegamos el día 2 de agosto y al día siguiente primera pausa por el mal tiempo, aunque aprovechamos para hacer deportiva bajo el Sas de Stria.

El miércoles contamos con un agujerito de un día para hacer algo. Me fui para Misurina con Carlos para empezar con la Punta de Col de Varda. Me metí en la vía Comici/Del Torso, pero me equivoqué en la entrada y me fui por los cerros de Úbeda y me tuve que bajar.

Siguió mal tiempo los días siguientes, con lluvia abundante y nevadas en lo alto de la Civetta y del Pelmo. La lluvia caída y la bajada de temperaturas fueron de órdago. Aquello no era verano, era otoño. Carlos y Xavi empezaron a exhibir una incipiente bronquitis. Nos aburríamos tanto sin escalar, que entre chubasco y chubasco, para estirar las piernas con un poco de footing, nos subimos a lo más alto de las pistas de esquí de Pecol (Crep di Pecol). Así me hice una foto al estilo del famoso cuadro romántico de Friedrich, "El caminante sobre el mar de nubes", con la Civetta al fondo.

Aprovechamos una pausa para escalar el viernes en Cinque Torri (hicimos cinco torres) y nos apuntamos el domingo a la colectiva (grupo de "stage" de Glacera) a la ferrata al Paterno (que ya había hecho en el 2003), pero ahora en travesía.

El lunes nos apuntamos al descanso (hizo buen día) y el martes intentamos vengarnos de nuevo en la Punta del Col de Varda. Esta vez, aprendida la lección, Xavi entró bien, pero en el tercer largo nos tuvimos que bajar (escalar oyendo truenos no es muy agradable) y aunque lo fuerte empezó cuando ya habíamos rapelado, un buen chaparrón y el granizo sonando en el casco nos deleitó durante un buen rato.

El miércoles, a la vista de pronóstico semejante al martes, nos fuimos al Falzarego, a la pared del Lagazuoi (vía "dei proiettili", una vía moderna, del 97), bajo el telecabina (para que nos fotografiasen los japoneses). Con nubes crecientes hicimos seis largos, hasta que no tuvimos claro por donde seguía la vía. Rappel por aquí, rappel por allá y de nuevo en el suelo justo cuando ya goteaba. ¡Uf!

Y como el pronóstico del marrón llegaba hasta el lunes, fecha en la que pensábamos irnos, decidimos dejar las frías y lluviosas Dolomitas para mejor ocasión. Que les den.

El tiempo, inclemente, nos despidió el jueves con un soberano remojón mientras recogíamos la tienda y cargábamos todo en el coche (que batió récords de carga). Peor, imposible.



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