Cerrando la temporada de esquí, no hace muchos días, en Pal (Andorra), desde donde se ve el Comapedrosa, la cima más alta de este país pirenaico, pensé que sería una buena idea venir al final de la primavera a realizar su ascensión.
Y el martes, después de pasar por la tienda de deportes para comprar algunas cosillas, me fui para la estación de esquí de Arinsal, donde dejé el coche y comienza el camino que lleva al refugio de Comapedrosa (2.260 m.), que desde el día uno de junio ya está abierto.
Poco más de dos horitas para llegar a él (subo muy bien, gracias a las duras sesiones de bicicleta, pero bajo fatal) siguiendo la “obaga de Coma Pedrosa” y toda una tarde por delante apacible, con parte de la ruta a la vista. Todo muy verde y agua a manantiales. En las proximidades del refugio hay un pequeño lago (Estany de les Truites, represado).
Ya he explicado en otro post lo ocurrido con el helicóptero que estuvo subiendo materiales al refugio para llevar a cabo unas obras. Un drama.
Por estas fechas el día alarga que es una barbaridad y a las diez y media se veía perfectamente… y a las 5.30 de la mañana, también.
A las siete desayunaba (mi primera noche en Andorra) y media hora después salía. Nadie por aquí, nadie por allá. En el refugio únicamente otra persona, un jubilado austríaco que sabía cuatro palabras en inglés. Poco después de salir me pasó y ya no le vi hasta llegar al collado entre el Baiau y el Comapedrosa.
Ascensión continuada hasta llegar a dos lagos. El primero, más pequeño (Basses d’Estany Negre), y el segundo más grandote (Estany Negre, 2.627 m.), que aún estaba helado (ver fotos). Delicado el cruzarlos por sus laderas, ya que la nieve estaba a esa hora helada y dura y un resbalón (iba con bastones) llevaba directamente al remojón… helado.
La ruta no tiene pérdida ya que sigue las marcas blancas y rojas del GR11. Este GR es el que atraviesa el Pirieno de mar a mar. En el lago superior parte una ruta que va muy directa a la cumbre, pero al estar sus orillas heladas no hubo forma de encontrarlo.
Así que opté por seguir el GR11 hacia la Portella del Baiau y un poco antes giré para dirigirme hacia el collado (Collada del Forat del Malhiverns) que separa las cumbres del Baiau y Comapedrosa.
Poco antes de llegar al collado ya vi más o menos por donde iba el tema, próximo a la cresta, sin meterse en ella, pero sin separarse tampoco mucho. Algo de camino marcado a tramos y fitas de vez en cuando.
A pesar de que el austríaco me había sacado media hora (me gusta comerme una barrita a media subida, me quito la ropa que sobra y hago fotos) llegué a la cumbre tras él. Se había pegado una embarcada de cuidado. Eran las diez en punto de la mañana. Dos horitas y media por el recorrido que da más vuelta.
Por fin el hombre, ya en la cumbre (intimidad obliga), se decidió a hablarme y me explicó su vida. Camionero austríaco, jubilado, llevaba un osito fetiche que le había acompañado toda su vida en el camión y que era su protector. Vamos bien, pensé. Siguió. Primera visita a España, primera visita a Andorra, primera ascensión de una cima en el Pirineo. Después pasó a mostrarme su camiseta donde se veía una Vespa y el nombre de un club. Y es que el hombre se había venido desde Austria en Vespa. "Tengo tiempo", me dijo, como si eso fuera lo más complicado en su viaje. Antes de tomarse la cerveza (se había subido una taza de cerámica para tomársela), cerró el discurso explicándome que tenía de vecina a una keniata que si no era miss mundo poco faltaba. Interesante el dato, pensé. Desde la cumbre llamó a sus tres hijos para explicarles su hazaña.
Y lo mejor vino cuando bajamos, ya que lo llevé por la senda correcta, naturalmente mucho más fácil que la elegida por él. Iba haciendo ohs¡ y ahs! todo el rato, mientras yo pensaba como se debe decir en inglés “es que uno tiene mucha mili”.
Después lo invité a subir al Baiau, explicándole que eran cien miserables metros y que vería unos lagos preciosos y que podría poner un pié en España y otro en Andorra, y así estar en dos países a la vez. Le gustó la propuesta y en pocos minutos cumplía con lo prometido.
Al bajar, en la Portella del Baiau, nos encontramos dos chavales vascos y una perra que iba con ellos, que venían haciendo el GR11, desde su inicio en Hondarribia. Veinte días llevaban y les quedaban diez de vacaciones y por lo tanto en nueve días tenían que llegar al Cap de Creus (el día restante, para volver a casa). Les gustó un montón el tramo de los lagos.
Ya no pasé por el refugio. El austríaco se largo para abajo, hacia su Vespa, a toda pastilla, y Koldo y colega, también desaparecieron pronto, demostrando que iban ya curtidísimos después de tantos días de curro. Yo estrené botas y al final lo noté. Menos mal que, previsor que soy, llevaba repuesto (aunque pesa).
Y con nubes (el día había sido soleado) que prometían algo de lluvia llegué a las tres al coche. Unos 1.400 m. acumulados de bajada de un tirón. No está mal. La próxima semana más.
Fotos (click en ellas para verlas a mayor tamaño).
Arriba. En la cumbre del Comapedrosa. A mis pies, a la derecha, el zurrón-mochila del austríaco. Una verdadera pieza de museo.
Abajo:
1) Última subida al refugio.
2) El lago al lado del refu.
3) El helicóptero en su último día de traba jo.
4) Todo el dormitorio para dos personas.
5) El refu. El pequeñito a la derecha es el libre.
6) Subiendo hacia los lagos.
7) Lago inferior.
8) Lago superior.
9) El mismo lago desde cota ya muy superior.
10) La estación de esquí de Pal.
11) Mostrando su osito.
12) La cresta que lleva al Baiau-Roca Entravessada y Medacorba (este último pico se ve mínimamente por detrás de la Roca Entravessada.
13) Arinsal desde las alturas. Con ojos de aguila vería el coche.
14) El refu y el lago desde la cima del Comapedrosa (zoom).
15) Los lagos de Baiau desde la cumbre del mismo nombre.
16) Cumbre del Baiau. Detrás el Comapedrosa, con la arista por la que hemos subido y bajado.
17) La cresta PD que lleva desde el Baiau a la Roca Entravessada.
18) Zoom sobre los lagos de Baiau, para ver el refugio-lata. Está a la derecha de la foto y a media altura.
19) La Portella de Baiau, la Aguja de Baiau y el pico de Safonts.
Y el martes, después de pasar por la tienda de deportes para comprar algunas cosillas, me fui para la estación de esquí de Arinsal, donde dejé el coche y comienza el camino que lleva al refugio de Comapedrosa (2.260 m.), que desde el día uno de junio ya está abierto.
Poco más de dos horitas para llegar a él (subo muy bien, gracias a las duras sesiones de bicicleta, pero bajo fatal) siguiendo la “obaga de Coma Pedrosa” y toda una tarde por delante apacible, con parte de la ruta a la vista. Todo muy verde y agua a manantiales. En las proximidades del refugio hay un pequeño lago (Estany de les Truites, represado).
Ya he explicado en otro post lo ocurrido con el helicóptero que estuvo subiendo materiales al refugio para llevar a cabo unas obras. Un drama.
Por estas fechas el día alarga que es una barbaridad y a las diez y media se veía perfectamente… y a las 5.30 de la mañana, también.
A las siete desayunaba (mi primera noche en Andorra) y media hora después salía. Nadie por aquí, nadie por allá. En el refugio únicamente otra persona, un jubilado austríaco que sabía cuatro palabras en inglés. Poco después de salir me pasó y ya no le vi hasta llegar al collado entre el Baiau y el Comapedrosa.
Ascensión continuada hasta llegar a dos lagos. El primero, más pequeño (Basses d’Estany Negre), y el segundo más grandote (Estany Negre, 2.627 m.), que aún estaba helado (ver fotos). Delicado el cruzarlos por sus laderas, ya que la nieve estaba a esa hora helada y dura y un resbalón (iba con bastones) llevaba directamente al remojón… helado.
La ruta no tiene pérdida ya que sigue las marcas blancas y rojas del GR11. Este GR es el que atraviesa el Pirieno de mar a mar. En el lago superior parte una ruta que va muy directa a la cumbre, pero al estar sus orillas heladas no hubo forma de encontrarlo.
Así que opté por seguir el GR11 hacia la Portella del Baiau y un poco antes giré para dirigirme hacia el collado (Collada del Forat del Malhiverns) que separa las cumbres del Baiau y Comapedrosa.
Poco antes de llegar al collado ya vi más o menos por donde iba el tema, próximo a la cresta, sin meterse en ella, pero sin separarse tampoco mucho. Algo de camino marcado a tramos y fitas de vez en cuando.
A pesar de que el austríaco me había sacado media hora (me gusta comerme una barrita a media subida, me quito la ropa que sobra y hago fotos) llegué a la cumbre tras él. Se había pegado una embarcada de cuidado. Eran las diez en punto de la mañana. Dos horitas y media por el recorrido que da más vuelta.
Por fin el hombre, ya en la cumbre (intimidad obliga), se decidió a hablarme y me explicó su vida. Camionero austríaco, jubilado, llevaba un osito fetiche que le había acompañado toda su vida en el camión y que era su protector. Vamos bien, pensé. Siguió. Primera visita a España, primera visita a Andorra, primera ascensión de una cima en el Pirineo. Después pasó a mostrarme su camiseta donde se veía una Vespa y el nombre de un club. Y es que el hombre se había venido desde Austria en Vespa. "Tengo tiempo", me dijo, como si eso fuera lo más complicado en su viaje. Antes de tomarse la cerveza (se había subido una taza de cerámica para tomársela), cerró el discurso explicándome que tenía de vecina a una keniata que si no era miss mundo poco faltaba. Interesante el dato, pensé. Desde la cumbre llamó a sus tres hijos para explicarles su hazaña.
Y lo mejor vino cuando bajamos, ya que lo llevé por la senda correcta, naturalmente mucho más fácil que la elegida por él. Iba haciendo ohs¡ y ahs! todo el rato, mientras yo pensaba como se debe decir en inglés “es que uno tiene mucha mili”.
Después lo invité a subir al Baiau, explicándole que eran cien miserables metros y que vería unos lagos preciosos y que podría poner un pié en España y otro en Andorra, y así estar en dos países a la vez. Le gustó la propuesta y en pocos minutos cumplía con lo prometido.
Al bajar, en la Portella del Baiau, nos encontramos dos chavales vascos y una perra que iba con ellos, que venían haciendo el GR11, desde su inicio en Hondarribia. Veinte días llevaban y les quedaban diez de vacaciones y por lo tanto en nueve días tenían que llegar al Cap de Creus (el día restante, para volver a casa). Les gustó un montón el tramo de los lagos.
Ya no pasé por el refugio. El austríaco se largo para abajo, hacia su Vespa, a toda pastilla, y Koldo y colega, también desaparecieron pronto, demostrando que iban ya curtidísimos después de tantos días de curro. Yo estrené botas y al final lo noté. Menos mal que, previsor que soy, llevaba repuesto (aunque pesa).
Y con nubes (el día había sido soleado) que prometían algo de lluvia llegué a las tres al coche. Unos 1.400 m. acumulados de bajada de un tirón. No está mal. La próxima semana más.
Fotos (click en ellas para verlas a mayor tamaño).
Arriba. En la cumbre del Comapedrosa. A mis pies, a la derecha, el zurrón-mochila del austríaco. Una verdadera pieza de museo.
Abajo:
1) Última subida al refugio.
2) El lago al lado del refu.
3) El helicóptero en su último día de traba jo.
4) Todo el dormitorio para dos personas.
5) El refu. El pequeñito a la derecha es el libre.
6) Subiendo hacia los lagos.
7) Lago inferior.
8) Lago superior.
9) El mismo lago desde cota ya muy superior.
10) La estación de esquí de Pal.
11) Mostrando su osito.
12) La cresta que lleva al Baiau-Roca Entravessada y Medacorba (este último pico se ve mínimamente por detrás de la Roca Entravessada.
13) Arinsal desde las alturas. Con ojos de aguila vería el coche.
14) El refu y el lago desde la cima del Comapedrosa (zoom).
15) Los lagos de Baiau desde la cumbre del mismo nombre.
16) Cumbre del Baiau. Detrás el Comapedrosa, con la arista por la que hemos subido y bajado.
17) La cresta PD que lleva desde el Baiau a la Roca Entravessada.
18) Zoom sobre los lagos de Baiau, para ver el refugio-lata. Está a la derecha de la foto y a media altura.
19) La Portella de Baiau, la Aguja de Baiau y el pico de Safonts.
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