miércoles, julio 20, 2011

La ceremonia de la confusión no tiene límite


Nada mejor que mantener este lío de la deuda (especialmente la griega) de forma eterna. Que si reestructuramos, que si bajamos el rating, que si una quita, que si hacemos bonos, que si un fondo, que si la banca ha de colaborar en el arreglo del entuerto, etc., etc. Y venga a darle vueltas.

Y por si no hay bastante, cuando afloja la confusión, se añaden nuevos actores a la comedia, como ha ocurrido con Italia en las últimas semanas. ¿Qué hay de diferente en la economía y la deuda italiana de los últimos meses para que de repente también entre este país en el colectivo de asediados por los mercados?

Y no hay ningún interés en arreglar esto porque mientras dure la comedia son posibles ajustes y más ajustes en los países sujetos a sangría. Vemos como la inclusión de Italia en el colectivo ha servido rápidamente para pasarles el cepillo a los italianos. Y así, gradualmente a todos.

También gracias al proceso, los prestamistas, esos santos angelitos que hace tan solo unos pocos años nos embuchaban el dinero a intereses regalados, ahora se relamen de gusto viendo como la deuda que se renueva se hace a precios estratosféricos.

No hay nada más patético que ver las cifras del proceso. Cuando Zapatero se vino de Bruselas en mayo del año pasado trayendo bajo el brazo la serie de recortes que le han costado el Gobierno, el diferencial de tipos estaba en 164 p.b., si la memoria no me falla. Después de mil millones de ajustes, bajadas de salarios, reformas laborales, jubilaciones congeladas, subidas de impuestos, recortes en las plantillas, despido casi libre y barato y recortes en la inversión y gasto del Estado (con lo que supone para el empleo), estamos en 340 p.b. de diferencia (y lo mismo para Grecia, Portugal, Irlanda, etc.). ¿De qué han servido los sacrificios? ¿O estamos ante una comedia de enormes proporciones?

Nada mejor que leer el libro de
Naomi Klein, La cultura del shock, del cual espero hacer un resumen en este blog cuando acabe su lectura. Compré este libro cuando se editó en el 2008. Por lo tanto está escrito antes de la explosión de la actual crisis. La verdad es que me leí algunas páginas y lo dejé para mejor ocasión. Y la ocasión ha llegado ahora. Inicié su lectura hace unos días y ahora estoy empezando a entender que lo que ocurre en estos momentos es una etapa más en un proceso que se inició en Chile en los años 70 con el golpe de Estado de Pinochet. El libro lo aclara todo muy bien y repito que está escrito antes de la crisis.

Desde los años 70 son muchos los países que afectados por un shock, a veces creado artificialmente, han visto como se les implementaban políticas neoliberales que de otra forma habría sido imposible aplicar. Es decir, imponer políticas que permitan establecer los tres procesos fundamentales del capitalismo extremo: privatizar todo lo privatizable (es decir, quitar a la gente la propiedad de todas la empresas estatales), desregular (es decir, acabar con los derechos laborales, permitir al sistema financiero ir por libre y destruir el medio ambiente) y recortar el gasto estatal, especialmente el gasto social, es decir, desmontar el estado del “bienestar”.

Este proceso, empezado en Chile, se ha aplicado en los países del cono Sur y Centroamérica (Argentina -con mucha sangre-, México, Brasil, Uruguay, Bolivia, etc.). Se ha aplicado en la Sudáfrica de Mandela, donde se les dio el poder a los negros, pero la llave de la caja fuerte se la quedaron los blancos y actualmente los índices de pobreza superan a los que existían previamente con el Apartheid. Eso sí, son libres (para segui muriéndose de hambre).

Se ha aplicado en Rusia, aunque aquí les falló el tiro, ya que si bien se aplicó a rajatabla el ideario, las privatizaciones se las quedaron los propios comunistas reconvertidos a capitalistas, los que ahora se conocen como oligarcas rusos. Estos vieron enseguida lo de que unos-pocos-se-lo-pueden-quedar-todo a precio de saldo, gracias a la generosidad de Yelstin.

En China el proceso ha sido el mismo. Unas 2.900 familias, todos hijos del aparato comunista, se han quedado el país, donde se sigue afirmando ¡que es un país comunista!

Se aplicó en Polonia, país en el que pasaron del comunismo (las empresas eran del Estado) al capitalismo salvaje en pocos meses. Lo que era de todos, como en Rusia, ahora es de unos pocos ¡y a cambio de cuatro perras!

Recientemente hemos visto como se aplica la metodología a Irak. ¿Es eso una democracia, o una parodia?(Que ya veremos como acaba).

Y ahora ya ha llegado el momento de aplicar el programa al primer mundo, aprovechando el shock de la crisis. Se trata de aplicar los tres procesos fundamentales (privatizar, desregular, recortar) a países como España, Portugal, Irlanda, Inglaterra (ya Thatcher aplicó una buena ración en su momento, gracias al shock artificial creado con la guerra de Las Malvinas, utilizando la popularidad momentánea para derribar el poder sindical), Italia, Grecia y lo que vendrá. Y no ha de extrañarnos que en la cuna del neoliberalismo, en los propios EE.UU., aprovechen también la crisis para reducir el gasto del Estado, principalmente en el gasto social.

Cuando leamos noticias sobre la lucha para implantar democracias en países dictatoriales, por amor a la democracia se entiende, mejor nos echamos una carcajada. Si se presiona a China para que implante "una democracia" es porque, ahora, con el régimen “comunista” es imposible para el neoliberalismo entrar a meter mano a la fortuna que se reparten las 2.900 familias indicadas anteriormente. Lo mismo pasa con los oligarcas rusos.

Y lo mismo con las revueltas árabes. Lo que se pretende es levantar el negocio que unos pocos tenían bien montado: Mubarak, Gadafi, Hassan, etc. Eliminados los dictadores que saqueaban sus respectivos países (no lo han conseguido con Hassan II de Marruecos, que se la sabe muy larga y si hay que poner bombas se las pone el mismo), se trata ahora de imponer gobiernos pretendidamente democráticos, que lo que van a permitir es que los ricos negocios expropiados al dictador pasen a empresas privadas. El pueblo seguirá igual o peor como ocurrirá por ejemplo con Libia. De momento, el dinero que había acumulado Gadafi en bancos extranjeros lo han aplicado a la compra de armamento para los rebeldes, con el enfado de los rusos, que eran antes los proveedores de armas. Buen negocio para el lobby armamentístico europeo y francés en especial, que estará interesado en que esto dure (como en Irak) para transformar petróleo en compra de armamento sine die.

Dado que estamos en un proceso en espiral en que las medidas que se toman empeoran la situación en vez de mejorarla, seguirán existiendo nuevas oportunidades para aplicar el recetario, o sea el dogma neoliberal, que lo único que pretende es que unos pocos se lo queden todo.

Que nadie sea tan iluso que crea que cambiando el Gobierno esto se arregla. Muchos creen que cuando vienen mal dadas lo mejor es entregarle la cartera a la derecha para así creerse que se salva la vida. Ni lo uno ni lo otro. Se quedarán la cartera y acabarán con la vida laboral de unos cuantos, es decir, más despidos.

En estos momentos, y aunque soy contrario a ejercer de pitoniso, estoy convencido que si el PP gana las elecciones, algo probable, tendremos, en cuanto forme gobierno, tres meses de terror, que ni en la Francia de Robespierre (aunque en este caso el guillotinado será el pueblo y no la nobleza).

Un plazo suficiente para informarnos del descubrimiento de que España está quebrada (naturalmente ocultado todo por los antiguos gobernantes) y que a grandes males grandes remedios, lo que obligará a nuevos sangrantes ajustes, a privatizar todo lo privatizable, y que además permitirá borrar de una tacada todas las promesas electorales por no ser posible cumplirlas ante el deplorable estado de la nación que se pondrá al descubierto con tal fin.

Bueno, las medidas de “ayuda” (eufemismo que quiere decir mejorar sus beneficios) a las empresas, estas si que se aplicarán, lo que obligará a subir impuestos, ya que la cuadratura del círculo no existe.

Entre las medidas inasumibles, la primera será la de la creación de empleo que habrán jurado cumplir en el período electoral, ya que será el Estado el primero en despedir empleados de nuevo, y que quedará aplazada a la espera de tiempos mejores que nunca llegarán. Y todos aceptaremos medidas sangrantes porque estaremos al borde del abismo, como bien nos explicarán los medios de comunicación, colaboradores incansables de esta comedia (expolio) sin fin y que nos bombardearán de forma temible.

Y por si alguien tiene dudas nada mejor que seguir lo que está haciendo CiU en Catalunya, con su política de despidos en las empresas de la Generalitat, su Plan de Privatizaciones, sus recortes sociales y su ley Onmibus (todas las leyes regresivas de una tacada, siguiendo lo aconsejado por Maquiavelo: todo lo malo de entrada y de golpe). Un ejemplo sensacional lo tenemos con el ACA, la Agencia Catalana del Agua. De repente nos dicen que tiene una deuda inasumible. ¿Han explotado todas las tuberías del agua? ¿Están saltando por los aires los embalses? ¿No hay dinero para solucionar este Argamedón acuático? Vemos como se crea artificialmente el problema, para pasar a pedir que se suban los impuestos sobre el agua; nada menos que doblar el canón. O impuestos o privatización. A tragar.

Y el método se pone en evidencia en Castilla-La Mancha, donde se ha descubierto ¡un agujero negro tremendo!, que ni en el espacio galáctico, lo que permitirá aplicar al Gobierno Autonómico lo que le convenga y le de la real gana ante una situación apocalíptica inflada a gusto del amo de las tijeras. Es el estado de shock y confusión en el que nos hallamos el que está permitiendo arrasar la clase media para engorde del capital privado. Por lo tanto cuanto más dure, más tiempo para aplicar las privatizaciones, las desregulaciones y los recortes de todo tipo, mientras los prestamistas nos cobran unos intereses del carajo, apuntándose también al expolio generalizado.

Queda avisado el personal de lo que vendrá con el PP. Que nadie se rasgue las vestiduras después. Uno no entiende como los pueblos se dejan engañar tan fácilmente. El último ejemplo lo tenemos en Chile. Hace cuatro días que votaron a Piñera y ya se dan cuenta de que les ha levantado la camisa.

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