viernes, septiembre 02, 2011

Guillotina constitucional. Terror a la vista.


Vemos como la infamia avanza sin descanso y con descaro. Hemos llegado a un punto tal que, perplejos, asistimos a la modificación de la Constitución, ordenada por dirigentes de otros países, de forma que un determinado modelo económico, una ideología concreta, queda fijada como verdad inamovible, rompiendo su neutralidad.

Veo que con mi escrito del ocho de agosto me anticipé unos días a lo que ahora ya empieza a estar muy claro: los meses de terror que impondrá el PP aplicando la guillotina al estilo Cospedal ya en marcha en Castilla-La Mancha. "La Constitución manda", dirán, como si se tratase de leyes divinas. Como sigan así la política de Franco parecerá socialista.

Advertencia de nuevo desde este blog a todos los españoles: el PP generará miles y miles de parados y otros muchos miles verán reducido su salario al flexibilizarse su jornada laboral. Tomen nota los funcionarios (los de la enseñanza ya están viendo de que va la cosa) también. ¿Se le ocurriría a alguien apagar un incendio con gasolina? Pues esto es lo que hará el PP, siguiendo las Tablas de los Mandamientos Neoliberales.

Puede ser que alguien crea que el sistema no puede quebrar nunca. Que al final del túnel (no se cuantos muchos kilometros -años- puede tener este agujero negro) siempre se recuperará todo. Esa es la filosofía de los mercados que impera. Nos venden que ellos solitos lo arreglarán todo, cuando acabamos de comprobar, precisamente, todo lo contrario. Lástima de generación perdida, pero hacían falta sacrificios, dirán soltando la lagrimita. Pero Roubini, en una entrevista reciente, nos explicaba (¡recordando a Marx) que el sistema capitalista puede suicidarse y va camino de ello. El interes egoísta de las empresas, que solo mirán sus resultados y que siguen destruyendo empleo, va acompañado ahora del Sector Público, el cual no solo no genera empleo, sino que se dedica a destruirlo a grandes manotazos. Nos podemos hundir sin remesión.

En varias ocasiones he comentado que la evolución de la crisis tendría cuatro fases: financiera-económica-social-política. Como vemos la agitación social empieza a estar presente diariamente en la calle y ahora ya estamos en la cuarta fase, con la política al borde del precipicio, y como primera muestra la modificación de la Constitución, modificación hecha apartando al pueblo de un manotazo. Democracia rota, por si no estaba suficientemente quebrada y pacto constitucional deshecho.

El problema es que este recorrido de cuatro fases puede empezar un nuevo ciclo si las economías entran de nuevo en recesión, como apuntan muchos datos. Si alguien se había creído que habíamos tocado fondo en el desempleo aquí está la realidad. Si el PP gobierna y se le va la mano, los 5 mill. de parados están servidos. España en bancarrota debido a que un inútil será sustituido por otro de mas calado.

El deterioro es de tal nivel qye ya más bien cabe hablar de neocolonialismo puro y duro, gracias a que nos gobiernan dirigentes de baja estofa, como Zapatero y Salgado (véase lo que dijo ayer, ¡una socialista!). Zapatero se ha convertido en el Pepe Botella del siglo XXI.

De déspota ilustrado lo calificaba Gabilondo ayer, quien nos advertía que dado este paso ¿dónde está ya el límite de lo que los mercados nos pueden ordenar hacer? Cada semana una, para demostrar quienes son los amos y quienes los sirvientes.

Elegante es también la carta que José Luis Sampedro ha dirigido a Zapatero y que detallo a continuación:

Carta a Don José Luis Rodríguez Zapatero

domingo, 28 de agosto de 2011

Carta a Don José Luis Rodríguez Zapatero. Presidente del estado Español. Y al resto de las señorías que portan la representatividad parlamentaria.

Señor presidente, permítanme dirigirme a usted para comentarle mis más profundas inquietudes que, por mi honor y conciencia, me impiden quedarme al margen de los hechos relativos a nuestra Constitución amenazada por una vergonzosa e imborrable mancha.

Habéis realizado un gobierno durante sus dos legislaturas en las que, muchos podemos estar en contra o a favor de su gestión frente del ejecutivo que preside. Habéis cometido aciertos y errores, éstos últimos desgraciadamente más numerosos en su último periplo presidencial. Sus gestiones pueden ser criticadas o avaladas desde todos los frentes que los ciudadanos deseen pronunciarse.

¡Pero que mancha de cieno sobre vuestro nombre -iba a decir sobre vuestro reino- puede imprimir esta abominable reforma constitucional! Por lo pronto usted decide reformarla mediante una llamada telefónica al señor Mariano Rajoy, presidente del principal partido de la oposición, tomando ambos la representatividad parlamentaria como un absolutismo de dos dirigentes, dando bofetada suprema a toda justicia. Y no hay remedio, España conservará esa mancha sobre su carta magna y la historia consignará que semejante crimen social se cometió al amparo de vuestra presidencia.
Puesto que ha obrado tan sin razón, hablaré. Prometo decir toda la verdad y la diré si antes no lo hace el tribunal con toda claridad.

Es mi deber: no quiero ser cómplice. Todas las noches me desvelaría el espectro de la ciudadanía que expía a lo lejos cruelmente ultrajada, una reforma que no ha decidido.

Por eso me dirijo a vos gritando la verdad con toda la fuerza de mi rebelión de hombre honrado. Estoy convencido de que la ciudadanía no ignora lo que ocurre, entonces ¿a quién denunciar este afrenta malhechora de verdaderos culpables sino al primer soberano de la carta magna, al Pueblo?

Ante todo la verdad acerca de nuestra carta magna y su proceso de reformarla.
Nuestra Constitución, nacida en 1978, promulga en sus artículo primero del título preliminar “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”.

Agentes externos a nuestro ámbito constitucional, la señora Merkel y el señor Sarkozy han dictado los cambios que usted promulga, auspiciados aún si cabe por entidades externas y opacas a la ciudadanía, no sólo de nuestro estado, sino del resto de los ciudadanos miembros de la Unión Europea.

Señor presidente del gobierno y señor presidente del principal partido de la oposición:


No recuerdo que en ninguna de las legislaturas, en las que ustedes han sido elegidos como representantes de los ciudadanos (ni anteriormente tampoco), hubiese en algún proceso electoral papeletas para proceder a legitimar a estas personas (la señora Merkel y el señor Sarkozy) sobre nuestro ordenamiento legal, jurídico y constitucional.

Igualmente me consta, en ninguno de sus respectivos programas electorales, ninguna intención de reformar la constitución.

Ante este hecho y sus intenciones, ustedes han puesto la forma política dictada por la Constitución (representación parlamentaria) muy por encima de la soberanía establecida en la carta magna (el pueblo) documento que regula las normas y convivencia en nuestra nación.

Al ejercer su disciplina partidista, sr. Zapatero y sr. Rajoy, en la que los señores y señoras parlamentarias únicamente promulgan el deseo de sus líderes (en el presente caso ustedes), vuestras señorías son responsables y ejecutores del crimen que les expongo.

De forma sorpresiva, en periodo estival, con un parlamento en funciones, donde las señorías preparan las maletas fuera del hemiciclo ante la próxima cita electoral, ustedes pretenden modificar la Constitución sin consultar a sus soberanos.

Ustedes sobrepasan con sus intenciones el artículo primero del título preliminar de nuestra constitución. Su reforma no es para un “Estado social” y sus formas no son, ni mucho menos, “democráticas de Derecho”.

Tal es la verdad, señores parlamentarios, verdad tan espantosa, que no dudo quede como una mancha en vuestra representatividad. Supongo que no tengáis ningún poder en este asunto, que seáis prisioneros de los mercados y de los poderes que os rodean; pero tenéis un deber de ciudadano en el cual meditaréis cumpliéndolo, aunque dudo que honorablemente. No creáis que desespero del triunfo; lo repito con una certeza que no permite la menor vacilación; la verdad avanza y nadie podrá contenerla.

Hasta hoy no perpetrabais el proceso, pues hasta hoy no han quedado deslindadas las posiciones de cada uno; a un lado los culpables, que no quieren la luz; al otro los justicieros que darán la vida porque la luz se haga. Cuanto más duramente se oprime la verdad, más fuerza toma, y la explosión será terrible. Veremos como se prepara el más ruidoso de los desastres.

Señor Presidente, concluyamos, que ya es tiempo.

Yo acuso al Banco Mundial, FMI, OCDE y demás organizaciones supranacionales y externas al gobierno europeo de ser los organizadores de este crimen. Ninguna de ellas elegidas en representatividad por el Pueblo de un estado, el nuestro, sobre el que quieren reformar la Constitución. Acuso a la UE y al BCE de ser garantes dentro del territorio europeo este complot.

Acuso a Standard & Poor’s y a Moody’s como cómplices y beneficiarios de este acto.
Acuso al conjunto de la banca europea y nacional como lobby cómplice y beneficiarlo de esta infamia.

Acuso a la señora Merkel y al señor Sharkozy por inducir a perpetrar este vil atentado a nuestra soberanía.

Acuso a aquellas empresas, que junto a la banca, presionan a sus señorías para dejar de ejercer la representatividad de sus soberanos, ejerciéndola sobre sus intereses económicos.

Acuso a aquellos políticos cuyo máximo interés es mantenerse en el cargo que ejercen a cualquier precio, tan indignantes como el del crimen que nos ocupa.
Y por último: les acuso a ustedes por proponer esta modificación de espaldas a la ciudadanía. Ciudadanía que avala, es garante y soberana tanto del estado Español como de su carta magna. Ustedes que, mediante una simple llamada telefónica, ultrajan la inviolabilidad de una Constitución, inviolabilidad que defendieron cuando no se han atrevido a mantener su vigencia, adecuándola a las realidades sociales. Ustedes que juraron o prometieron sobre ella.

Se atreven a modificar el máximo documento del Estado en aras del “Mercado”. Mercado al que pretenden calmar mientras las voces del pueblo son ignoradas o silenciadas.
Puede que éste crimen ejerzan el efecto que ustedes esperan, pero no ignoren las victimas consecuentes. Habrán convertido la Constitución en un simple panfleto al que poner a cotizar en los mercados de valores, habrán convertido el espíritu de la transición española no en un garante de paz y democracia social como fue en su día, sino en un mero informe de resultados macro-económicos. Y habrán convertido a la ciudadanía española en un pueblo sin su máximo referente de legalidad moral y convivencia al subvertir los valores representados en ella por cifras monetarias inducidas fuera del espíritu en el que se redactó.

Distinguidas señorías, en nuestro Estado, no sólo hay que ser demócrata, también hay que parecerlo y sus formas distan mucho de ello. Desde hace mucho tiempo no resuelven entre ustedes la composición del Tribunal Constitucional y resulta que si resuelven en minutos modificar el texto sobre el que basar sus juicios. Lo dicho señorías, también hay que parecerlo.
Sólo la ciudadanía tiene el derecho, tiene el deber, de mantener vigente este documento, ustedes han de darles los medios. Ustedes, la clase política, que no sólo por activa ahora perpetran este crimen que nos ocupa, sino que por pasiva en las últimas décadas no han dado un paso para mantener su vigencia, y mucho menos aún, consultar al Pueblo al respecto.
No ignoro que, al formular estas acusaciones, arrojo sobre mí el peso y decisión del máximo soberano del estado del cual ustedes se supone que representan. Y voluntariamente me pongo a disposición del Pueblo.

En cuanto a las personas a quienes acuso, debo decir que ni las conozco ni las he visto nunca, ni siento particularmente por ellas rencor ni odio. Las considero como entidades, como espíritus de maleficencia social. Y el acto que realizo aquí, no es más que un medio revolucionario de activar la explosión de la verdad y de la justicia.

Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la ciudadanía, que ha sufrido tanto y que tiene derecho a ser feliz. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los ciudadanos y que me juzguen públicamente.

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