jueves, octubre 20, 2011

Polemizando sobre la ascensión al Aneto


Como suele pasar en las ocasiones en que ocurren cosas desagradables en la montaña (pocas, por suerte) y uno expone a través de este modesto medio que es mi blog los hechos que me afectan y que a veces me violentan, rápidamente aparecen comentarios con puntos de vista diferentes, casi siempre respetables.

Cabía esperar que en el post de mi ascensión al Aneto apareciese algún comentario justificando la actitud del guía y de todos los guías que actúen así en ocasiones semejantes. Como la opinión es muy respetable la he publicado, pero también quiero exponer la mía al respecto.

En primer lugar, quiero indicar (por si no ha quedado claro en el artículo) que llevo un aparato que me permite ir conectado vía satélite al 112. Por lo tanto,
ningún guía me ha de socorrer, porque me llegará más rápido el salvamento utilizando mis propios medios que si alguien baja a avisar, suponiendo que no haya cobertura telefónica, ya que entonces aún es más fácil todo. Estoy federado (esto incluye un seguro) y además tengo un seguro particular. No hay, por lo tanto, problemas “morales” para el guía. Pero no creo que la cosa fuese por ahí y no deja de sorprenderme leer en el comentario que los guías no quieren que se les acerque nadie, así no tendrán que ayudar en caso de necesidad. Ufff, ¡cómo esta ya la humanidad! (*).

En segundo lugar tenemos el planteamiento básico de ¿quién sigue a quién? Si yo estoy en un museo, entro en una sala y hay un guía recitando sus conocimientos a un grupo, ¿me he de ir de la sala? ¡Faltaría más!

¿Quién se aparta? ¿Les molesto a ellos porque (supuestamente) les sigo o son ellos los que me molestan a mí porque van delante y no se apartan? ¿Quién molesta a quién?

¿He de acelerar un buen rato, rompiendo mi ritmo (que ya tengo añitos) para adelantarles y así no perturbarles? ¿O he de pararme en mi recorrido continuamente, sacrificando mi horario, para no acercarme demasiado y molestarles?

Como bien explico en el post, a quien se le pegaron dos (y bien pegados, ya que eran totalmente dependientes) fue a mí. Y no dije nada. Hago mucha bicicleta de montaña y de carretera. Cuando en un puerto se me pega alguien chupando rueda no digo nada. Sigo tirando y a veces hasta acabamos hablando, algo que es muy agradable.

Como también puede leerse, esta era mi octava ascensión al Aneto. Tengo además otras ascensiones por la misma ruta, ya sea para subir al Coronas, para hacer la Cresta del Medio (Maldito, Astorg, etc.) o Maladeta, y varios días en que me he dado la vuelta por mal tiempo. Hasta tengo subidas con esquís. ¿Cómo el guía me puede decir que estoy chupando rueda? Es todo un insulto.

Vamos dados si las empresas se apropian de las montañas aunque sea por unas horas para desarrollar sus acciones comerciales, creando un territorio propio que nadie puede pisar, ni tan siquiera aproximarse a él. Viendo como se utiliza la crisis actual para robarnos todo lo público, ya solo me falta que tenga que subir al Aneto al ritmo que me diga una marca comercial. La montaña, de momento, es libre. Voy donde quiero, la subo cuando quiero, con quien quiero y como quiero. Nadie me puede poner la mínima traba. Pero, ¿quién es un guía para ordenarme nada? ¿Se cree que la montaña es suya?

Y si una empresa tiene problemas con esto, lo que ha de hacer es dedicarse a buscar otros espacios que no sean los públicos para sus acciones comerciales y así no molestar a los que subimos montañas por amor al arte, el deporte auténtico.

Cuando Edurne llegó a la cumbre yo ya llevaba rato disfrutando de ella, una vez más, viendo todas esas montañas que envuelven la tierra de mis padres y de mi mujer.

De acuerdo a los criterios que plantea el comentario ¿tendría que haber recogido los trastos al llegar el grupo y largarme para no estropear “su momento" (comercial)?. ¿Y si resulta que fueron ellos los que me estropearon “mi momento" (no comercial) de paz y tranquilidad?


Lamento que se ofenda nadie porque opine que el guía planteó el tema muy mal. Sencillamente no hubo diálogo. Ese es el problema. Me vino a dar órdenes y punto. Y si algo tengo claro después de tantos años en este mundo, es que a mí, al menos en la montaña, nadie me ordena nada y menos cuando no me lo dicen bien. Impresentable.

Y si Edurne no hubiese estado en el grupo la respuesta habría sido otra y no la de callarme como hice (lo único que dije socarronamente fue: “¡Hombre, un día que por un rato no voy solo, me ordenan ir solo!” y “Tranquilo, no hay problema”). Aceleré el paso y los dejé atrás. Obviamente no me hizo falta seguir a ningún grupo para alcanzar una vez más esta cumbre.

No creo que puedan tener queja de mi actitud. Yo sí la tengo.



(*) Me explicaban este verano que en el Cervino, en el tramo superior que lleva a la cumbre, en el que hay hierros para asegurarse y que en algunos tramos soportan las cuerdas fijas, pueden ya verse cosas increíbles.

Algunos se han encontrado que utilizando estos seguros, es decir metiendo cintas expres, se han cruzado con una cordada con guías que bajaba, mientras ellos subían. Pues bien, estos angelitos iban soltando todos los seguros que había ido poniendo la cordada que subía, para así no comprometer a dos cordadas en el mismo seguro. Naturalmente preferencia para la cordada de los guías y desprecio para el que no paga. La montaña, en este caso el Cervino, es ya suya. ¿Qué pasaría si alguien actuase a la inversa, deschapándoles a ellos? ¿Con que cara se queda un primero de cuerda mientras ve como por debajo le van quitando todos los seguros que ha puesto?


Arriba: Una foto que ya tiene años, plantando los esquís antes de cruzar el Paso de Mahoma (cumbre del Aneto).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Supongo que ¡Cuidadín! sale en este vídeo
http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=ZNszZf6abtQ
Un saludo

 
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