miércoles, febrero 08, 2012

Antoni Serra Ramoneda. Los errores de las cajas.


No está nada mal que un expresidente de una importante Caja escriba un libro sobre lo mal que lo han hecho las Cajas. ¿Un mea culpa?

Serra Ramoneda inició su andadura en el mundo económico como catedrático de Economía de la Empresa en la UAB de Barcelona (de la que fue fundador y rector), para pasar a ser Consejero en La Caixa de Pensions (antes de su fusión con Caixa de Barcelona). Fue en 1984 cuando dejó esta entidad para presidir una entidad de la competencia, la Caixa de Catalunya, presidencia que ocupó hasta el 2005.

Las Cajas, salvo honrosas excepciones, han quedado barridas del mapa. Han pasado de una pretendida solidez a la insolvencia. Las que no han desparecido por fusiones obligadas para mantener a salvo las entidades, han tenido que convertirse en Bancos.

Leído el libro sorprende que Serra Ramoneda contemple el crac de las Cajas como si fuese algo ajeno a sus decisiones como presidente de una Caja durante dos décadas. Evidentemente la explosión de las cajas ha ocurrido en el período que empezó en el 2010 y sigue hasta la fecha y él dejo de ser presidente en el 2005, pero esto no le excusa de haber estado presidiendo una entidad que ha quebrado (digamos las cosas por su nombre) debido a la locura gremial que llevó a casi todas las entidades a subirse al carro de un crédito inasumible, con un riesgo potencial enorme, como se ha comprobado, y con un crecimiento del número de oficinas y del personal totalmente absurdo e ineficiente.

Cuatro son las causas principales, según Serra, que han llevado a la situación actual:

a) su gran exposición al inmobiliario
b) capacidad excedente en oficinas y personal
c) dimensión pequeña que impide economías de escala
d) dificultades derivadas de su forma jurídica que impide aportar recursos propios (tan necesarios cuando hay agujeros y el coeficiente de solvencia se hunde)

Lo bueno es que durante años todo el mundo veía normal está locura crediticia desenfrenada, aunque Serra Ramoneda, ahora en que vemos como ha acabado todo esto, nos quiere convencer de que él era consciente de que no se podía seguir creciendo indefinidamente. Y para ello nos explica una anécdota cuando en una reunión con sus ex (La Caixa) le hizo la observación al que era entonces su Presidente de que no podía mantenerse el modelo competitivo que se estaba imponiendo, a lo que Vilarasau contestó “empieza a cerrar oficinas tú primero”. Evidentemente no lo hizo. Pero es que además la expansión fuera de su territorio natural era algo que no podían asumir la mayoría de Cajas debido a su tamaño. Las anécdotas que explica en el libro para conseguir los mejores locales en cada pueblo producen sonrojo. A efectos de conseguirlos baratos se ocultaba hasta el momento de la firma al vendedor o arrendador que el local iba destinado a una oficina bancaria.

La primera en expandirse extraterritorialmente fue La Caixa y ya se sabe que quien pega primero pega dos veces. Las que siguieron ya no pudieron acometer tal objetivo y lo hicieron tarde y mal. Incluso La Caixa ha visto como cerca de mil de sus oficinas no le han dado nunca beneficios.

Nos dice Serra Ramoneda que ya cuando asumió la presidencia de su entidad, en 1985, el número de oficinas bancarias en España era algo anómalo. Nos podemos imaginar con el crecimiento registrado el grado de locura colectiva alcanzado.

Y nada mejor que las cifras de la evolución:

Cajas en 1976. Oficinas 6.818/Personal 36.999
Cajas en 1984. Oficinas 10.477/Personal 69.438.
Cajas en 2000. Oficinas 19.297/Personal 101.718.
Cajas en 2008. Oficinas 25.035/Personal 134.867.

Bancos en 1976. Oficinas 9.093/Personal 163.131
Bancos en 1984. Oficinas 16.399/Personal 164.330.
Bancos en 2000. Oficinas 16.027/Personal 122.374
Bancos en 2008. Oficinas 15.612/Personal 115.114.

Vemos que desde el 84 las Cajas crecen vertiginosamente, mientras que los bancos ajustan oficinas y empleados. Esto se traducía en “el éxito de las Cajas” y de que “las Cajas se comen a los Bancos”. Ya vemos quién se ha comido a quién.

Remarcar la excepción del País Vasco, donde las tres cajas (Kutxa, Vital y BBK) formaron un cartel para no competir entre ellas y mantuvieron el número de oficinas y personal muy bajo al no competir fuera de su territorio propio.

Otro aspecto al que dedica unas páginas Serra Ramoneda es el de la intervención de los políticos en las Cajas. ¿Su mala gestión es consecuencia de no haber tenido directivos suficientemente capacitados?

Tenemos ahora la evidencia de que las Cajas que han tenido un fracaso mayor son las que han estado al servicio de los intereses de sus políticos. Así tenemos los ejemplos impactantes de la CAM, Castilla-La Mancha o CajaSur. Sin embargo no puede generalizarse, ya que si hay unas cajas dependientes del poder político son las vascas.

Y el libro dedica un capítulo a la singularidad vasca ya que sus cajas ni cayeron en el servilismo político ni en el gregarismo nacional de dar crédito hipotecario y promotor sin límite. Ahí es donde se salvaron y ahora son las más solventes del estado (no han necesitado ni un euro de ayuda pública) y si se fusionan es por otras razones.

Y el tercer factor al que dedica muchas páginas Serra Ramoneda es el del crédito hipotecario: la exposición al tocho.

Ya sabemos que lo mejor para un individuo, después de haber observado las actuaciones de otros que le han precedido, es imitarlos haciendo caso omiso de sus propias observaciones y preferencias. Nada mejor que recordar lo que ocurre con dos restaurantes con terraza. Donde se sienta primero la gente se llena y al otro no va nadie. Todos pensamos que si va la gente a uno es porque es mejor que el otro, y allí vamos.

También nos recuerda el autor la historia de los autores de un libro que decidieron comprar 50.000 ejemplares de su obra. Los compraron en las librerías que integraban la muestra en la que se basaba el New York Times para hacer su lista de best-sellers. El libro, que había tenido críticas mediocres, se convirtió en un éxito de ventas. Lo más leído no es lo mejor.

De este comportamiento gregario no se libraron los directores de las Cajas. ¿Quién era el que podía resistir a crecer y mejorar los beneficios año tras año? ¿Qué le habrían hecho a un Presidente de una Caja si hubiera echado el freno un año y sus beneficios hubiesen sido muy inferiores al resto de Cajas? La respuesta es fácil de prever y por eso todos siguieron inflando la burbuja… hasta que explotó y se los llevó por delante.

Serra Ramoneda nos muestra con números el problema de solvencia que se fue alimentando pensando que esto nunca tendría marcha atrás, es decir, los ciclos económicos no existían ya y el precio de la vivienda nunca bajaría.

Y un tema adicional: el tamaño de las Cajas, ya que muchos inciden en que si han saltado por los aires es porque no tenían balance para aguantar el tirón de la morosidad.

Sin embargo Serra Ramoneda dedica un capítulo a explicarnos el tema de las Cajas Alemanas (Sparkassen). En Alemania hay 660 entidades bancarias (366.500 empleados) con una media de 30 oficinas por entidad. Hay que recordar que por aquí se dice que 42 cajas eran mucho y el negocio no podía soportarlo…

Y por último la ironía mayor: las Cajas más pequeñas de España, Pollensa y Ontinyent están vivitas y coleando y sin problemas. El problema de las Cajas no ha sido su tamaño.

Un libro para los interesados en temas bancarios (hay versión en catalán).

¡Qué bien se explica todo a toro pasado!

No hay comentarios:

 
View blog top tags