viernes, diciembre 14, 2012

Otro que nos deja: Maurice Herzog

Me explicaba mi colega de escalada, Xavi Díez, que hace unos días, escalando en Montserrat, coincidió con Josep Manuel Anglada y Chris Bonington, que estaban haciendo cordada en la Pastereta, ambos con 78 años. Muy fuerte la generación que ahora entra en los ochenta años (y alguno en los noventa) y que rompió auténticas barreras en el mundo del alpinismo.

Herzog, fallecido hoy, fue uno de ellos, un pionero que coronó por primera vez el nada fácil Annapurna (3-jun-1950) junto con Lachenal (además estaban Jean Couzy, Marcel Schatz, Gaston Rébuffat y Lionel Terray, un equipo de lo mejor entonces) y que tuvo mucho mérito ya que fue la primera vez que se alcanzó una cumbre de más de 8.000 metros con los problemas que había entonces, ya que la aproximación al campo base hasta requería dotes de explorador.

En el descenso del Annapurna Herzog y Lachenal perdieron todos los dedos de los pies (llevaban botas muy ligeras) y Herzog también los de las manos (perdió los guantes). La gangrena obligó al médico de la expedición a practicar sucesivas amputaciones sin anestesia. Herzog, Lachenal y Rebuffat, incapaces de caminar, fueron cargados a hombros de algunos de los sherpas que cruzaron con ellos a cuestas morrenas, acantilados y zonas selváticas, en un esfuerzo no menos heroico.

La historia entera de la expedición la relató Herzog en un libro titulado “Annapurna. Primer 8.000 que fue una de mis primeras lecturas de alpinismo (junto con el libro de Sir John Hunt sobre la primera ascensión al Everest).

La carrera alpinista de Herzog acabó abruptamente debido a estas lesiones, y se dedicó a la política con De Gaulle, gracias al tirón mediático que le dio la historia del Annapurna, muy bien vendida por el Paris-Match. Fue presidente del CAF y con el tirón mediático y el político acabó en el consejo de varias empresas y nadando en el dólar.

Leer la entrevista que le hizo El País a Maurice Herzog tan solo hace dos años.

Nota: esta foto de cumbre en el Annapurna nunca me gustó. Siempre que veo aparecer a alguien en una foto de cima y se ve la pendiente seguir hacia arriba me da mal rollo...  y además ¿cuál está invertida, la del Paris Match o la del libro?


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