lunes, marzo 10, 2014

Abducido por la aviación virtual

Nunca me imaginé que esto podría ser realidad. Uno, de pequeño, lo que más deseaba era volar. Pensaba que eso era cosa de ricos y hoy en día volamos todos muy a menudo. Pero casi no nos enteramos. Volamos, pero no sentimos.
He seguido siempre muy de cerca la evolución de los simuladores de vuelo. Mi primer Flight Simulator de Microsoft lo compré en Holanda en 1990. Los PC’s de aquellas época no permitían muchas alegrías y aquello era más bien un remedo de simulación, pero el proceso estaba en marcha.
Desde hace unos años disponía de la última edición del FS (Flight Simulator), el X, una maravilla, si tienes un ordenador que permita ponerlo a tope. Para disfrutar de la simulación hacían falta dos condiciones: tener tiempo y un ordenador muy potente. Y mira por donde ahora cumplo las dos.
Los Reyes (como ya expliqué) me trajeron una avioneta con la última tecnología que se utiliza en los vuelos reales. Quedé tan fascinado que pocos días después entraba en mi hangar lo mejor de lo mejor: el 737-800 Winglets de PMDG.

Todas estas "cositas" que se ven en los paneles funcionan de verdad y hay que aprender a utilizarlas correctamente.








Tecnología fantástica. El HUD permite ver si estás perfectamente situado en la senda de aterrizaje (Glideslope) y ver al mismo tiempo datos sin tener que llevar la vista al panel. ¡Cristales transparentes con datos!



Y para entender lo que es el HUD, nada mejor que ver mi aterrizaje en Hawai (Honolulú) al anochecer, con Elvis en radio Honolulú cantando Blue Hawai. Como no tenía aún pedales oscilo un poco en la pista y la alarma de piloto automático, al cerrarlo, tardo un poco en apagarla (que nadie critique que el Baro está a STD, que no llevo copiloto y la faena se me acumula). Naturalmente mi calidad de imagen en el PC es muy superior a la que se ve en el clip.

He aquí lo que no ves cuando vas de pasajero. Este aterrizaje corresponde a mi vuelta al mundo en su tercera etapa (Vancouver-Hawai).



Despegando de Barcelona con destino Madrid (B737 - Air Berlin)



Todos comprenderán rápidamente que aprender a pilotar una avioneta (en el mundo real) cuesta dinero, pero puede pagarse. Pero pilotar un B737 es otra cosa. No hay dinero para pagar las horas de vuelo real que cuesta utilizar un avión comercial para aprendizaje.
Para paliar esto existen las cabinas virtuales que simulan perfectamente la realidad. Pero no están en cualquier esquina y su precio/hora también es alto. De eso se dio cuenta la empresa alemana PMDG y durante tres años se dedicaron a construir el software necesario que, junto al FSX de Microsoft, permitiese a los que querían ser pilotos comerciales poder volar de forma muy próxima a la realidad con un presupuesto más limitado.
Y ahí entré al trapo. Casi dos meses después puedo afirmar que podría pilotar tranquilamente un BOEING 737-800, siempre que no se produjesen emergencias (fallos eléctricos, fallo de un motor, condiciones meteorológicas muy adversas, etc.).

Despegando de Nueva York (KJFK) hacia Vancouver y sobrevolando Manhattan.



Puede parecer un juego, pero esto ya no es así. Los diez libros que tengo sobre la mesa del 737, y que he tenido que empollarme para dominar el tema, atestiguan que la simulación ha adquirido rango de realidad.
Navego con meteorología real (comprobado que funciona correctamente) y el nivel gráfico con que se muestran las nubes ha adquirido niveles sorprendentes, hasta hace poco tiempo inimaginables (una maravilla aterrizar lloviendo o nevando). También utilizo tráfico (My Traffic) y control de vuelo. Sigo los procedimientos (rutas) de despegue (SID) y aterrizaje (STAR) de cada aeropuerto. Real como la vida misma. Y hasta cargo pasajeros, maletas, fuel y catering (GSX Ground Services). El tema del fuel es todo un mundo. Ahí está la clave de la rentabilidad de las compañías y he flipado con lo que hay detrás de todo esto (matemáticas puras) (software TOPCAT). La gente no puede ni imaginarse remotamente como funciona hoy en día un vuelo comercial real.

Finalizado el trayecto hay que descargar el equipaje. Todito real. 

La adicción va en aumento, porque hay un avión para cada sueño aéreo. Ayer volé por los Alpes  con una pequeña Cessna, para ir más lento y verlo mejor todo (hacia un día de bandera). Salí de Interlaken, pasé por el Grimsel (puerto que visito virtualmente con mi bici) y bajé hacia Brig. Una vez en el valle tenía a mi izquierda toda la cadena del Monte Rosa, y por Zermatt y el paso del Theodul pasé a la verde Italia (cara sur). Puedo asegurar que se me caía la baba.

Disfrutando con la pequeña Cessna por los Alpes Suizos



Argentière, Chardonnet, Mont Dolent, Les Courtes, La Verte, el Dru y las Grandes Jorasses. Inconfundible.



Luego regrese a Suiza (entre la Jungfrau y el Mönch) y por el coll de la Forclaz y el Col des Montets pasé a Chamonix (Mont Blanc, Verte, etc.) para acabar aterrizando en Ginebra con el Jet d’Eau a la vista.
Pero hoy ha sido aún más increíble. Hoy he utilizado un pequeño reactor (la Cessna Citation Mustang), que te permite un vuelo de baja altura rápido, pero no tanto como un avión comercial. He despegado de Barcelona y he seguido hacia el oeste. He pasado por Camarasa, Montgai, etc., hasta llegar al Cinca. Ahí he girado al norte y pasando por Graus me he dirigido hacia Benasque. He cruzado por encima del Salvaguardia girando en Luchón hacia la izquierda y he sobrevolado todo el Pirineo hasta salir al Atlántico aterrizando en Hondarribia. Alucinante. Y además he puesto en marcha un nuevo invento: el programa XPOI, que conectado a Internet mientras vuelas, te va rotulando todo lo que tienes a la vista, ya sean ríos, pantanos, pueblos, carreteras o cumbres. Una forma insuperable de volar sabiendo lo que tienes debajo (…o al lado).

Ginebra, el lago Leman, el Jet d'Eau, el Ródano y el aeropuerto. Final del viaje por los Alpes.



El software Xpoi permite identificar lo que sobrevuelas


 

Pero además uno es sentimental y no puede evitar volver a la infancia (de ahí viene mi afición a la aviación) y recordar que siempre que dibujaba un avión era un Super Constellation (con su triple timón de cola), la perfección suprema de los aviones comerciales a hélice que podían cruzar el Atlántico, y que murió víctima de los jets. Volar con un Super Constellation es algo increíble. Lento pero bello. Si tuviera que darle un premio a un avión por su belleza sería a este.



Aprovecho para advertir al Marshaller, que es ese tío que me indica donde finalizar mi recorrido en la terminal, que no se ponga delante del SuperConstellation, ya que cualquier día de estos lo plancho si me paso de frenada.

¡Que ruido! ¡Que olor a gasolina! Otros tiempos. Esto es en Frankfurt.



Pero aquí no acaba todo. Durante dos años piloté realmente en Monflorite muchas, muchísimas veces, aviones planeadores, o sea sin motor. Y naturalmente la simulación también me permite recordar esos magníficos momentos de vuelo real en que tu motor es el aire caliente. Sin ir más lejos hace pocos día me hice remolcar en la vertical de Interlaken y volé y volé por encima de esas blancas cumbres que he pisado: el Castor, el Weissmies, el Monte Rosa, el Alphubel, etc.… Un sueño silencioso, de verdad.



Y más aún. Resulta que yo de peque era un diez en Geografía. Me lo sabía todo. Y he descubierto que al poder hacer vuelos reales (utilizo el planificador de vuelos PFPX y las cartas de Navigraph) voy descubriendo este planeta como nunca antes me podía imaginar. Cuando ya, después de innumerables vuelos de Barcelona a Madrid, a Palma y a Tenerife, vi que dominaba el B737, decidí dar la vuelta al mundo. Once vuelos maravillosos (el aterrizaje en Hawai – Honolulú anocheciendo, lo tengo completo grabado en vídeo porque fue algo sensacional) que podían haber sido diez, pero pasar por Katmandú era obligado. Cruzar el Pacifíco (Hawai-Fiji-Port Moresby) me descubrió de nuevo Oceanía. 

Y sobrevolar Japón es placer de Dioses, ¡es tan verde! Siempre vuelo con el Atlas al lado, una herramienta magnifica.

De Katmandu a Lhasa. ¡Cruzando el Himalaya!



Y la locura no tiene fin. Vuelo por el Caribe (Martinica, Guadalupe, Jamaica, Bermudas, St Maarten, etc.) con el calor tropical o me pelo de frío atravesando los Alpes: Bruselas-Milán es un vuelo insuperable, ya que se tienen a la vista todos los Alpes y los lagos: Interlaken, Leman, Neuchatel, Como, Garda, Maggiore, y un montón más.

Volar sobre los lagos italianos y suizos de los Alpes es fantástico

Despegando de St. Maarten, en el Caribe, con Air Jamaica, y siempre con el B737-800 Winglets



Fantástico Caribe



Podría explicar cómo vuelo por las Islas Griegas (Skiatos y Santorini son de locura al amanecer o al atardecer), como atravieso EE.UU. sobrevolando los lagos (Erie, Ontario, Michigan) y como me peleo por aterrizar en Gibraltar, algo que no he conseguido aún hacer de forma decente. Este aeropuerto es uno de los más difíciles del mundo y os recomiendo que no se os ocurra ir ahí volando ni hartos de vino. Es el único aeropuerto comercial atravesado por una carretera, no tiene instrumentación de ayuda para el aterrizaje, la pista es corta y acaba en el mar en sus dos extremos, sopla un viento de narices siempre, y los españoles, ayudando, no permitimos a los aviones que sobrevuelen la parte española de la bahía de Algeciras, por lo que no hay espacio para maniobrar. Felicitar a los de la compañía Monarch por hacerlo a diario. Tiene mérito (aunque muchos días aterrizan por los alrededores, por el viento).

Santorini, en el Egeo.



La maravillosa (con su difícil aeropuerto) Skiatos al aterdecer, con la Cessna 208 Caravan







Y como el planeta es muy grande, hay muchos aviones diferentes, y tengo tiempo, me esperan muchos momentos felices. La colección de vídeos y fotografías ya es excelente. Para acabar de redondear el tema he sustituido el teclado por los instrumentos necesarios para pilotar realmente (ver foto). Un yoke, un panel de navegación, palancas de potencia y pedales (lo más elemental, porque se pueden comprar locuras...) Todo perfecto para que lo virtual sea ya casi real. Puedo afirmar que hay momentos que, como he pilotado realmente, me da la sensación que lo hago otra vez de verdad. La única diferencia es que el estómago no nota nunca nada…

De izquierda a derecha: el mando de la música, imprescindible, ya que tengo radio por Internet y sintonizo emisoras de los sitios que sobrevuelo. Lo mejor, el Caribe, claro..., aunque hace unos días volé de Nassau a Kingston (Jamaica) y en Cuba estaban de mucha marcha. Siguen los cascos, el yoke, pedales, palancas de potencia y panel de navegación, el teclado, el ratón (ambos necesarios), una libreta con la chuleta sobre el vuelo, las hojas de chequeo y el Ipad con todos los manuales y cartas para consultarlos rápidamente.



Cuba. Vuelo Nassau-Kingston. Sobrevolando el Archipielago de Camagüey, con Cayo Largo bien visible.




La pantalla es de 24" con una tarjeta muy potente que permite 1980X1080 con una frecuencia de 144Hz. (la frecuencia máxima técnicamente), lo que hace que no se canse la vista. Una calidad asombrosa que no reflejan las fotos que adjunto, que son de menor calidad.

Y unas fotos de esas nubes totalmente reales generadas por el programa Sky Active Next.





Llegando a Atenas entre dos mares de nubes



Nevando



 Aterrizando (JAL) en Nagasaki con lluvia


Amanecer nórdico llegando a las Islas Feroe (vuelo Reikiavik-Bergen)


Había escrito que esta isla era Guadalcanal, isla descubierta por un español (Alvaro de Mendaña) en 1568 a la cual puso el nombre de su pueblo, cerquita de Sevilla. Si bien es una isla de las Salomón, San Cristobal, no es Guadalcanal, que es la siguiente isla en la dirección del avión. (Vuelo Islas Fiji-Port Moresby).


Y un sitio sorprendente, el más poblado del mundo: la desembocadura del Ganges (agua negrita, je, je) y debajo Calcuta. Unos kilómetros antes de desembocar el Brahmaputra se ha unido al Ganges formando este delta colosal. (Vuelo Saigón-Katmandú).


Calcuta. El hacinamiento supremo.


Y para acabar, no hay que ocultar los errores


Recomiendo ver las fotos en tamaño grande clicando en ellas.

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