lunes, abril 27, 2015

¡Pobre Nepal!

Aún no me he recuperado del shock que llevo encima con el terremoto ocurrido en Nepal. Habiéndolo visitado tan recientemente y conociendo la pobreza de este país, me puedo imaginar el caos en que se ha convertido todo. 
No sólo son los muertos y la tragedia que supone el terremoto; es la destrucción también del patrimonio cultural. Ver las fotos de Patan Durban Square, Patrimonio de la Unesco, un lugar maravilloso lleno de templos. Ver como ha quedado arrasado todo es algo que me deja anonadado.

Nepal vive del turismo y de los alpinistas. Y estos últimos han recibido un golpe totalmente inesperado. Nadie podía imaginar que el campo base, situado en un lugar tan ancho y lejos del inicio del glaciar Khumbú, pudiese verse asolado por un alud. 
Pero así ha sido. Parece ser que no es que solo se haya movido el glaciar, lo que ha pasado es que se ha derrumbado una gran parte del Pumori, lo que ha provocado un movimiento de masas de roca y hielo brutal.

Los muertos en el campo base parece ser que solo son veinte. Pero entre el campo 1 y todos los superiores se hallan atrapados muchos alpinistas, ya que el de por si difícil recorrido por las enormes grietas del Khumbu (hay una empresa subcontratada que se dedica al mantenimiento de este tramo de la ascensión y anteayer mismo tres sherpas que trataban de restablecer las cuerdas fijas y escaleras que hacen transitable el glaciar perecieron sepultados por un nuevo alud), se ha vuelto totalmente inviable. Una ratonera de hielo de la que solo cabe la salida en helicóptero y los disponibles son de empresas privadas. Víveres y gas para hacer agua no deben tener para muchos días, por lo tanto la operación de salvamento se ha de hacer muy deprisa.

No me cuesta nada ponerme en la piel de toda esta gente y sufrir por su futuro, como sufro pensando en Siria, también muy presente en mis recuerdos.
Es una pena leer comentarios indecentes al pie de las noticias en las páginas digitales. Ayer había un infame que decía que esto es castigo de Dios. ¡Pues vaya Dios que tenemos! Yo le daría una lista de sitios triturables más castigables en vez de cebarse con los pobres. Pandilla de iluminados biblicos.


Esta torre de la izquierda del templo Swayambhunath se ha derrumbado. Los templos budistas, dentro de todo, parece ser que son los menos afectados.

































También los hay que hacen clases ricos-pobres en sus comentarios. Pobres los nepaleses, ricos los turistas y a estos últimos que les den, que parece ser que se lo han buscado. Como si no hubiesen fallecidos entre los turistas. Me imaginaba yo ayer la situación. Con pánico a volver al hotel (hay unas imágenes de una cámara de vigilancia en la piscina de un hotel que son escalofriantes, ya que la sacudida es tan fuerte que saca parte del agua de la piscina) te vas al único lugar posible: el aeropuerto-chiringuito. ¿Comida? No sé. ¿Agua? Por lo que leo empieza a ser un problema de primer orden. ¿Dormir? En el puñetero suelo y sin ropa, hacinados y con miedo a que se te caiga el edificio encima (los edificios públicos, con la corrupción existente en Nepal, están mal construidos y se han visto muy afectados). La insensibilidad y falta de solidaridad de la gente es brutal.
Futuro muy negro para este país. Lo destruido no tiene reparación (templos de madera y adobe) porque puede verse por las fotos que no tienen arreglo y dinero para rehacerlo en plan parque temático (que pierde todo su intéres) tampoco. Incluso los templos buditas, como el maravilloso Swayambhunath, han quedado tocados.

Y los alpinistas con el temor en el cuerpo se lo pensarán, porque el Khumbú, con esta movida, puede dar muchos disgustos. Los relatos que leía de gente atrapada en el pequeño (y peligroso) aeropuerto de Lukla son impresionantes. Y falta saber que les ha pasado a todos los que se hallaban de trekking por esas enormes montañas.

Parece ser que avisados estábamos: la ciudad se movió tres metros en 30 segundos. La placa que se movió era kilométrica: 120 millas de largo por 40 millas de ancho.

También están avisados en San Francisco, en México, etc., pero la vida sigue impertubable porque para la mayor parte de la gente no hay alternativa. 
Una triste catástrofe.



















































 
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