viernes, noviembre 13, 2015

¿Nos estamos hartando de tanta tecnología y comunicación?

Uno a veces se harta de que le digan que no ha estado atento al teléfono, al Whatsapp, a los SMS, al Twitter, al Blog, al "Feisbu" y al copón bendito. Como uno a veces se cansa de todo esto, ya convertido en adicción o dependencia, se lleva una alegría cuando alguien escribe lo que uno piensa. 

Mientras volaba hoy de Lanzarote a La Palma (que maravilla de vuelo) leía este excelente artículo de Juan Cruz sobre el tema.

Encerrados con el juguete de la ansiedad
 
Gente harta de depender del teléfono y de sus distintos juguetes ansiosos, se están bajando de ese tren


Al tamagochi, que duró lo que el caramelo a la puerta de un colegio, le han seguido otros juguetes que han colmado el deseo de ansiedad y abismo. Despreciamos la ansiedad como un mal, pero a juzgar por los elementos de los que nos adornamos para sostenerla como una amada pesadilla, nos gusta como los caramelos. Y son caramelos envenenados. Y como moscas caemos en ellos.

Ahora tenemos en nuestras manos el móvil, que nos permite comunicar con todo el mundo y va a hacer posible lo que decía José Ortega Spottorno acerca del fin del mundo: llegará cuando todos los teléfonos comuniquen, decía el fundador de EL PAÍS. Ahora ya se sabe qué pasa con los móviles: lo contienen todo, desde el ocio al insulto, y en medio estamos nosotros, embobados. Dentro de este rectángulo generalmente oscuro están ahora los periódicos, con sus noticias y con sus entretenimientos, los cotilleos, con sus noticias tan entretenidas, los concursos, las llamadas y los mensajes, las fotos, los correos electrónicos, la pornografía posible, los avisos de las distintas redes sociales, el tiempo y la pérdida de tiempo, la ansiedad calmada y la ansiedad furiosa. Y por fuera del rectángulo, pero dentro del rectángulo también, estamos nosotros, víctimas suculentas del festín que nosotros mismos les damos a multinacionales del cambalache.

Hace unos días, mirando cualquiera de esos nutrientes que están en el móvil, estuve a punto de ser atropellado por un autobús. Cuando se produjeron los frenazos decidí dejar para siempre de usar el móvil; lo que estuvo a punto de matarme era, pensé en ese instante, el efecto de la ansiedad por saber, por ejemplo, qué decía el compañero que me esperaba en la esquina siguiente. La prisa por tardar, que escribió Gil Calvo. La decisión de abandonar el tamagochi del siglo XXI me duró precisamente hasta esa esquina. Hace falta mucha voluntad, y alguna medicina, para descender de esta adicción que ahora domina a seres humanos que creen estar libres de la manía mientras la ejercen, la ejercemos, gustosos.

Ahora se está produciendo un fenómeno interesante, previo quizá a la consideración de esta adicción como una de las enfermedades tenues que se van haciendo oscuras. Gente harta de depender, como quien esto escribe, del teléfono y de sus distintos juguetes ansiosos se están bajando de ese tren que conduce, mal usado, a un choque infernal entre la realidad que uno vive y lo que está emitiendo el aparato. Uno de los que ha decidido bajarse decía ayer en EL PAÍS que su felicidad dependía de los likes que obtenía con su Facebook. Y que ya estaba bien. Hasta decir eso hay que caminar un largo trecho, tan largo como el que hay que seguir hasta entender que en las redes sociales del preperiodismo nos están vendiendo mercancía averiada que compramos con regusto porque habla mal de nuestros adversarios e incluso de nuestros amigos, a los que no queremos tanto como dice Facebook. 

El día en que dejemos esta ansiedad por otra cosa alguien hará comercio también de la ansiedad nueva.

Y no puedo evitar acompañar este texto con unas fotos del vuelo Lanzarote-La Palma.

Primero Lanzarote y sus maravillosos volcanes. El avión es un Beechcraft 1900D (es el que se utiliza para el circuito turistico del Everest en Kathmandu).

Al fondo se divisa la isla de Fuerteventura




Dejando Lanzarote por la costa Oeste

 
Aunque era un vuelo visual (VFR), es decir sin obligación de seguir una ruta definida y utilizando instrumentación electrónica (IFR), he tomado rumbo al VOR de Tenerife (TNF). Estas fotos que siguen son pasando por encima de ese punto donde en sus proximidades se halla el tristemente famoso aeropuerto de Tenerife Norte (Los Rodeos), donde se registró el mayor accidente de la historia de la aviación comercial.


Aeropuerto de Los Rodeos


Esta punta que entra en el mar es Punta del Hidalgo, toda ella llena de buena tierra cultivable.


El aeropuerto de Los Rodeos se halla en un altiplano donde se forman importantes nieblas. Años después se construyó otro aeropuerto al sur, el Reina Sofía.


Y aquí ya estoy sobrevolando La Palma. Espectacular.


El difícil aeropuerto de La Palma. Sin ayuda electrónica, con agua en los extremos y la montaña a un lado.


Y un lugar fantástico, El Roque de los Muchachos, donde varios países han construido sus potentes telescopios, formando un conjunto de observación astronómica de primer nivel. Obsérvese como la metereología real con la que vuelo crea incluso nieblas de ladera.


Y en "corta final", aterrizando en la 01 de La Palma. Como puede verse las luces PAPI muestran dos rojas y dos blancas, lo que indica que estoy descendiendo con el ángulo correcto.



Mucho mejor ver las fotos a mayor tamaño clickando en ellas, aunque la calidad es inferior a la que yo observo cuando vuelo.

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