lunes, julio 20, 2009

Bishorn (4.153 m.)


El Bishorn es una cumbre muy visitada, dada la ausencia de dificultad que supone su ascensión. Podríamos equipararlo al Aneto en el Pirineo, cumbre que supone un hito para muchos montañeros y marca el máximo de sus ambiciones. Así se montan unas colectivas de espanto y es fácil ver salchichas de seis y siete personas recorriendo sus nevadas pendientes. Aquí los guías, al igual que en el Montblanc, en el Breithorn o en el Allalin, hacen el Agosto.
A pesar de su ausencia de dificultad el Bishorn no lo regalan. Hay que sudarlo, ya que no hay teleférico que te ahorre el subidón de 1.600 m. y al día siguiente 900 m. más. Es decir, dos Anetos para entendernos (y luego los que van con el tiempo ajustado, bajarlos de un tirón).
Amaneció un día azulado, casi sin nubes, pero con un viento atroz que iba a más a medida que subíamos.
A pesar de la curtida en la Zumsteinspitze, esto era peor, porque te barría literalmente (aunque bajo cero, no eran los quince negativos que padecimos en el Monte Rosa) y como había nevado hacía dos días, se formaban continuamente auténticos remolinos nevados que nos dejaban sin visibilidad. De hecho la movida de nieve fue tal, que bajando me metí hasta la rodilla, con serios problemas para sacar el pie. Mi buen rato me costó.
Hay que echarle kilos de voluntad para hacer una ascensión en estas condiciones, pero la realidad es que solo cuatro cordadas se dieron la vuelta.
Dice la guía que es un recorrido por nieve, con cortos tramos de escalada (I) por la arista cimera.
Pues bien, de eso nada. Todo nieve con una pequeña arista al final (unos 30 m.) único momento en que cogí el piolo, ya que hasta aquí subí con los bastones de esquí. Josep Emili además llegó sin ponerse los crampones, como ya es habitual cuando considera que la pendiente no merece su desgaste.

Excelente vista desde la cumbre, aunque castigada por el viento. Tanto que, Sara, que pesa menos que nosotros, decidió poner rodillas al suelo para evitarse sustos, a pesar de permanecer encordada.

Medio tapado teníamos muy cerca el Weisshorn, cumbre difícil, ya que ver su ruta normal da espanto.
Veíamos toda la cadena Strahlorn-Rimpfisch-Allalin-Allphubel-Täschhorn-Dom-Lenzspitze-Nadelhorn. Así mismo se veía bien toda la cadena del Monterosa.
Y muy cerquita la punta Burnaby (4.135 m.), famosa por haber sido conquistada por una mujer, en la era romántica del Alpinismo, que no se atrevió con el cono final del Bishorn y se limitó a conquistar esta punta.
Bajamos rápido y sin problemas, satisfecho de no haberme dado la vuelta, como pedía el cuerpo y de haber aguantado el esfuerzo después de la noche que me obsequiaron en Tracuit. Por cierto, en esta ascensión tampoco había grietas.

Fotos. La de arriba en la cumbre, con Sara rodilla en tierra. A la izquierda, la arista que lleva al Weishorn (vía normal) que está tapado.
Abajo, la primera en plena pendiente sufriendo el azote del viento. La siguiente en el collado que separa la punta Burnaby del Bishorn y la tercera, también con la punta Burnaby detrás, en los últimos metros de la arista del Bishorn. Recuerdo que las fotos pueden verse ampliadas haciendo click encima de ellas.

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