miércoles, agosto 21, 2013

Superbagnères y Portillón desde Luchon

Jornada dura, solo superada hasta la fecha por la ascensión de un tirón al Telegraphe y Galibier el verano pasado, y es que hacer dos puertos de los grandes, uno tras otro, siempre demanda esfuerzo.

Me planté en Bagnères de Luchon de buena mañana pero sin prisas. No hacía mucho calor y como Superbagnères está a 1.800 m. de altitud (es una estación de esquí) probablemente incluso iba a hacer fresco, como así fue.

Aparqué en la misma esquina (Av. de Gascogne/Cours des Quinconces) donde parte la carretera para Superbagnères, el Hospice de France y el Valle de Lys. Aún hay obras en el Valle de Arán por las riadas de esta primavera, por lo que el viaje duró un poco más de lo previsto.

Bastante tráfico a las casi diez de la mañana ya que el primer tramo de la carretera es común para llegar a los lugares indicados antes. Por suerte gran parte se desvió hacia el Hospice de France y el Valle de Lys.

También hay algún tramo en obras por las mismas riadas de primavera, aunque con la bici, ya se sabe, no hay retención ni semáforo que valga. La carretera sube ya de valiente desde un principio ya que cruza primero el torrente de La Pique y después sigue el curso del Lys, y como no hay lazadas hay tramos duros, aunque por suerte no son muy largos.

Llegados al desvío del Valle de Lys empieza propiamente el puerto, si es que se pude calificar así, con unas cuantas lazadas de gran belleza ya que tenemos de repente a la vista algunos de los espectaculares tres miles de la cadena fronteriza: el Quayrat, el Lezat y los Crabioules. Esto, acompañado de un día espectacular, sin una nube, y todo de un verde primaveral gracias a que esta siendo un verano bastante lluvioso, aunque por este lado del Pirineo siempre lo es más.

Punto en que se separa la carretera que va al valle de Lys


Y se gana enseguida altura con lazadas


La subida hasta los 1.800 m. es durilla, con mucho tramo al 9-10% e incluso puntualmente más. La carretera está perfecta, es muy ancha y el tráfico bajo, a pesar de ser agosto. Una ascensión perfecta. Y el escenario…impresionante.

Panorama a media subida

A medida que se gana altura van apareciendo más y más montañas. Toda la cadena fronteriza se muestra en su magnitud. Aparecen el Boum y el Maupas, con su glaciar moribundo, pero fotogénico este año gracias a la mucha nieve que nos trajo la primavera.

Final a la vista, panorama ya inmenso

Últimos (duros, aunque no lo parezca) metros



La ascensión finaliza en esa gran plataforma (en realidad un gran parking) donde se halla la estación de esquí y ese gran hotel decadente, el Grand Hôtel de Superbagnères, inaugurado en 1922, un edificio construido en el estilo de la Belle Époque y que se divisa desde todas esas cumbres que están a la vista y que he subido (y escalado en algún caso) en su mayor parte. Difícil es encontrar una que no hayan hollado mis lindos pies. Después de tantos años de verla en la lejanía por fin he estado en Superbagnères. ¡Quien me iba a decir que lo haría subiendo en bicicleta!

La plataforma de la estación, con el hotel y los bares.


 Luchon desde Superbagneres

 



Hay dos bares con terraza y sombrillas abundantes donde tomarse algo fresquito en premio al esfuerzo, mientras se contempla el espectáculo (ahora añadiendo el macizo de la Maladeta), y en mi caso me dejaba llevar por los recuerdos: el Lezat en solitario, los Crabioules con Xavi, el Boum con Alberto, el Salvaguardia dos veces, el Mall Plané, el Maupás, escalado por la arista este con Gustavo y Mariano, el Perdiguero en solitario, muy joven, el Fouillouse con Cecilia Bardají y Ribera, y toda la Maladeta. Todas las cumbres de este macizo que podían verse (unas quedan ocultas por la cumbre de la Maladeta y otras por el Aneto) las he subido: el Aneto, la Maladeta, los tres occidentales, el diente de Alba (y la muela) y el Pico de Alba.

Desde aquí puede comprobarse el efecto de perspectiva que hace que la cumbre de la Maladeta parezca más alta que el Aneto y por eso, durante mucho tiempo, se creyó que era la cima más alta del Pirineo. Lógico que desde aquí partieran las primeras ascensiones al macizo, ya que desde España no hay pueblos desde donde se vea el macizo con una cierta proximidad.
 

Me puse el cortavientos para bajar y el descenso fue sublime. Con una carretera así y tan poco tráfico uno siente la tentación de dejarse llevar a tope, pero no pasé de 60 km./h.

Llegué a Luchon y tenía un hambre canina e hice lo que nunca había hecho antes: irme a un restaurante a recuperar fuerzas. Así que me di un buen paseo en bici por la city comprobando que el turismo está cada vez más ausente en esta villa. En el paseo principal, Alleés d’Etigny, el único que muestra un poco de vidilla, esquina con Víctor Hugo, donde hay una placa que recuerda la estancia de este novelista/dramaturgo/poeta/viajero/dibujante en Luchon (Victor Hugo escribió un libro sobre un viaje a los Pirineos -y a los Alpes- en 1843), me zampé un plato de spaghetti a efectos de llenar el agotado depósito de carbohidratos. Eran las 13 h. y ya se sabe que aquí los horarios son otra cosa. A las 14.04 llegaron unos españoles y los propietarios con gran alegría les dijeron que “je sui désolé” pero está fermé. Otro mundo.

Placa que recuerda la estancia de Víctor Hugo en Luchon


Sin darme respiro me monté en la bici de nuevo y me fui para el Portillón. La verdad es que no me había mirado las altimetrías de ambos puertos, y por lo tanto no sabía lo que me esperaba. Y desde el coche (había pasado esa misma mañana por el Portillón, una vez más) no supe ver que la vertiente francesa es mucho más dura que la española que subí el verano pasado. Basta ver la altimetría y comprobar que los 10%, e incluso más, abundan. En un tramo muy duro pensaba que la digestión, el esfuerzo previo en Superbagneres o las vacaciones por la costa gaditana (desentrenándome) me estaban jugando una mala pasada, pero la realidad es que el nuevo aparato que llevo (un potenciómetro, del cual ya hablaré largo y tendido) marcaba 14%. Duro de verdad (y encima con el solazo, como el año pasado en el Marie Blanque).

Desde el Portillón puede verse donde queda Superbagneres.


En el Portillón. Como puede verse en las fotos estreno equipación (Saxo Bank) de un equipo que tiene los días contados.


Terminé la jornada recogiendo a un chaval que hacia dedo a pie de puerto. Iba a Bossost (primer pueblo español al bajar el puerto) con el único objetivo de comprar tabaco a mansalva y revenderlo en Luchon entre sus amigos y así sacarse una pasta. Era del mismo Luchon y no dejó de sorprenderme, a pesar de su juventud y de ser extranjero, el conocimiento que tenía de lo que está pasando en España, Bárcenas incluido.

No ha finalizado muchas veces el Tour una etapa en lo alto de Superbagnéres. Lo hizo en 1965 con Bahamontes ganando una cronoescalda empleando 47 min. y 23 seg. en completar la ascensión. También Hinault venció en una cronoescalda a dicho puerto empleando 53 min. y 59 seg.  

Superbagnères en 1001 puertos






Difícil es en verano imaginarselo todo nevado, pero para eso están las fotografías.

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