jueves, septiembre 13, 2012

Col de Vars (2.108 m.)


Y tal como indicaba la previsión meteorológica, al regreso del Alpe d’Huez ya bajé el Lautaret con algunas gotas de lluvia. Por la noche llovió a ratos y el miércoles estuvo muy nublado, lloviendo de vez en cuando, pero lo más significativo fue la caída de la temperatura. Se acabó el veranillo.

La meteo anunciaba buen tiempo para el día siguiente jueves, pero con entrada de aire fuerte de norte. En Catalunya le llamamos Tramontana, aquí no sé cual será su nombre.

Guillestre se halla al pie del Col de Vars, del Col del Izoard, del Agnel (o Agnello en italiano) y de una bonita subida de 12 km. a una estación de esquí desértica en verano: Risoul.

Pensaba empezar por el Izoard pero al ser más alto y más abierto al norte pensé que el viento sería salvaje. Mejor ir al Vars primero.

El col de Vars es un col de los Alpes del Sur fronterizo entre el departamento de los Hautes-Alpes y de los Alpes-de-Haute-Provence (que no hay que confundir con el territorio de la antigua Provenza), y comunica el valle del Ubaye (nombre del río que recorre el valle) con el Queyras  y el Embrunais. Fue abierto en 1890 y cerca del col, a dos kilómetros antes de coronarlo, en la vertiente que subí desde Guillestre, hay un refugio Napoléon (creo que hay ocho en los Alpes), construido por orden de Napoleón en 1855 (y acabado en 1858), es decir 34 años después de su muerte (no solo va lenta la justicia española) y por lo tanto edificado en tiempos de Napoleón III. Otro puerto más que se abrió en su tiempo por el ejército con fines militares.

El refugio ejercía funciones de faro y con mal tiempo, especialmente niebla o ventisca de nieve, estaba obligado a hacer sonar una campana a ciertos intervalos de tiempo para guiar a los viajeros que cruzaban el puerto. Ahora, en el llano donde está el refugio hay una pequeña estación de esquí de fondo, un apéndice de la estación de esquí de Les Claux.

El puerto de Vars está incluido dentro de la famosa “Route des grandes Alpes” y ha sido un clásico en el Tour de France.

Este col saluda al ciclista de forma contundente. Sus primeros ocho kilómetros son los más duros 7-8 % (aunque con tramos más suaves), hasta que alcanzamos el llano que lleva a St-Marcellin-de-Vars, o sea Vars para los amigos.

Más adelante y especialmente en la estación de esquí de Les Claux la carretera volverá a las andadas. Ya es norma por estos lugares que cuando se cruza una estación de esquí la carretera se ponga tiesa. Hasta hace pocos años este era uno de los pocos puertos que se libraba de tener una estación de esquí, pero aquí no se salva nadie y Les Claux es una de las estaciones de esquí construidas más recientemente en los Alpes (no hay más que ver los telesillas, que son de última tecnología) y está conectada con la de Risoul formando el dominio conocido como la Fôret Blanche.

No dejo de alucinar de donde puede salir tanto esquiador para dar de comer a tanta estación, porque la oferta en los Alpes es salvaje.

Alcanzado el refugio Napoleón, donde hay un pequeño lago, ya tan solo quedan dos kilómetros de subida que se hacen bien.

Subí el puerto a las once, buscando el calor del sol para compensar el bajón de temperatura. Cuando empezaba la subida, en la tercera rotonda (donde decides si vas a Vars o al Izoard), un grupo de ciclistas del país acababa de bajar y estaban literalmente muertos de frío y me hicieron señales con aspavientos de “lo que te espera chaval”. Pero uno es previsor y ya subiendo iba bien abrigadito. ¡Muchos días en invierno en Barcelona voy con la misma ropa!

Llegué al puerto con frío y un viento terrible, y eso que hacía sol. Unas fotos rápidas aunque me costó encontrar fotógrafo ya que todo el mundo estaba dentro del bar que hay en el puerto. Como no cabía ni un alma en el local (¡que calentitos que estaban los puñeteros!) me fui enseguida puerto abajo y entre el viento y el frío aquello era como ir en bici dentro de una nevera con ventilador. Pasé de largo el Napoleón buscando bajar de cota (y con mucho cuidado de que el viento no me tirase al suelo) y en St-Marcellin finalmente me paré porqué ya tenía problemas para frenar con las manos tan heladas (y llevo guantes, aunque son de verano).

Entré en el bar-restaurante-hotel vestido que parecía venir de una expedición ártica y la propietaria al verme entrar pidió un aplauso al personal para el valiente del día. La verdad, me puse colorado. Uno no está acostumbrado a estas cosas. ¿Y que va a tomar usted? Pues un té caliente, porfa, que estoy que no me siento las piernas.

En la bajada final, entre el té caliente y las temperaturas mas humanas, recuperé un poco el gusto por la bici y hasta disfruté en este tramo, porque Guillestre, un pueblo ya con aires provenzales, es muy luminoso y en pocos metros se pasa de los abetos a los plátanos de sombra, esos árboles que pueblan las calles de Barcelona y que tanto protegen del sol. Al empezar la bajada hay un mirador. Llegaron dos ingleses y una inglesa en travesía total de los Alpes. "Yo de Barcelona, al lado de la playa y muerto de frío", les dije a modo de presentación. "Nosotros de Lancaster", contestaron. Nos hicimos las fotos mutuamente y ya se sabe que con los ingleses lo primero es hablar del tiempo. Un poquillo más acostumbrados al frío si que están. "Hoy dormimos en Guillestre y mañana cruzamos por el Izoard", me dijeron. Pues yo también voy a subirlo y allí nos vemos, les contesté. Iban cargados hasta las orejas. Mérito tiene ir así.

Pocos ciclistas en el Vars, sin embargo en los últimos kilómetros me encontré con algo parecido a una prueba ciclista y me cruce con 50 o 60. Tontos no eran y habían dejado el Vars para las horas de más calor.

En el Tour fue Trueba el primer español en pasar por aquí liderando la carrera en 1933. Después Berrendero en el 36 (¿le pilló el “alzamiento” en plena carrera?), Julio Jiménez en el 64 y Chozas en el 86. Desde el año 2000 el Tour, que lo ha cruzado en 33 ocasiones, ya no pasa por aquí. Demasiado al sur.

Datos: 19,4 km à 5,7 % de media, máximo 9% y desnivel (para felicidad de Atila) de 1.111 m. El recorrido es irregular y los primeros ocho kilómetros no tienen nada que ver con el resto.

Fotos:
Arriba. En el Collado. Feos indicadores. Se pueden mejorar.
Abajo.
1. Primeros kilómetros durillos.
2-3. Panorama espectacular ya que se gana altura rápidamente. Guillestre al fondo.
4. Reavituallamiento en la estación de esquí. Ya solo quedan 5 km.
5-6. Estación de esquí.
7-8. Refugio Napoleón (no hay nadie en la terraza) y el llano con un pequeño lago donde se practica esquí de fondo en invierno. 
9. La triste señalización del puerto, aunque enfrente hay un monolito.
10. El monolito.
11. Restaurante del puerto.
12. Bellas casas floreadas por St.Marcellin.
13-14. Esquiador de fondo gigante de madera y parada de autobús divertida.
15. Abrigadito en el mirador (foto de los ingleses), ya de bajada. Se puede ver la Aillefroide, el Pelvoux y la Barre des Ecrins.
16. Altimetría.
17. Mapa.
18. Mi recorrido grabado con el Forerunner y visto en Google Earth



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 






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